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viernes, 29 de noviembre de 2019

Buenas noches. Revestimientos




Lo vacío suele necesitar más revestimientos que lo lleno. 

Buenas noches.

domingo, 3 de noviembre de 2019

Buenas noches. Apariencias




Gente bien, vestida a la última, diciendo estupideces con un lenguaje tabernario en un lugar in. El triunfo de la apariencia vacía. Nadie que tenga algo sensato que decir se gasta un dineral en apariencias. 

Buenas noches.

jueves, 12 de septiembre de 2019

Buenas noches. Vacío




El vacío que no es capaz de llenarse con la vida propia tiende a atiborrarse entrometiéndose en la vida de los demás. 

Buenas noches.

sábado, 17 de noviembre de 2018

Buenas noches. Ego




Cuanto más ego, más hay que llenar el interior para que no quede vacío. 

Buenas noches.


viernes, 25 de mayo de 2018

Buenas noches. Concreto




Lo abstracto es muy grande, demasiado grande, y suele estar vacío. 
Puede que lo abstracto tire de nosotros, pero si no lo llenamos de lo concreto, de nada nos servirá ese arrastre. 
La libertad es algo abstracto, pero las libertades son concretas. 
La igualdad también es abstracta, pero las igualdades son concretas. 
La vida es abstracta, pero el vivir debe ser muy concreto. 

Buenas noches.



lunes, 5 de marzo de 2018

Buenas noches. Sustitución




Creo que los valores sociales, que durante tanto tiempo han sido los ideales de un buen número de ciudadanos, han sido sustituidos, sin que nadie haya hecho nada por evitarlo, por detallitos estéticos, por miradas constantes hacia otro lado, por poses vacías y por un individualismo suicida del que todos nos vamos a terminar arrepintiendo. 

Buenas noches.

miércoles, 14 de octubre de 2015

Buenas noches. Gritos




Nunca lo valioso necesitó de gritos. 

Es lo vacío lo que grita y sus gritos retumban en su vaciedad. 

Nunca un sabio necesitó gritar. 

Buenas noches.

sábado, 28 de febrero de 2015

Buenas noches. Vacío




Hay quienes tienen miedo al vacío y siempre se sitúan en lugares en donde hay algo, sean personas o cosas. 

Y los hay también quienes son capaces de saborear el espacio no ocupado, los lugares libres, el vacío por llenar. 

No sé por qué será, pero ocurre. 

Buenas noches.

martes, 11 de noviembre de 2014

sábado, 11 de enero de 2014

Lo que veo cuando miro. Nunca





Nunca paró de hablar. Nunca escuchó a nadie. Nunca estuvo en disposición de aprender nada que le sirviera para vivir. Nunca se preguntó si molestaba. Nunca hizo otra cosa que situarse en el centro de su mundo y reivindicar su ego ante cualquiera que se moviera. Nunca se reconoció como era. Nunca logró que alguien le quisiera. Nunca fue una persona viva. Nunca fue otra cosa que un ser vacío que hablaba. Buenas tardes.

martes, 3 de septiembre de 2013

Buenas noches. ¿Dónde está la juventud?





Me preguntaba ayer una amiga que dónde andará la juventud.

Yo creo que, como casi todas las cosas, la juventud es una mezcla de una actitud de la mente y de unos actos que son consecuencia de esa actitud.

Lo importante es la actitud: una mente abierta, llena de dudas, dispuesta al cambio, que valora el aprender, que procura no tener miedos, que ama la vida y ama a las personas, que no le importa manifestar sus amores, que no pone frenos a la posibilidad, para la que nada es definitivo, que no tiene inconvenientes ni en reír ni en llorar, que valora el beso y el abrazo como los símbolos más importantes de la vida humana, que entiende la generosidad como necesaria, que valora la libertad y, sobre todo, la igualdad, que no acepta cualquier cosa, que detesta el individualismo, que considera que las manos están tanto para coger cosas como para acariciar.

En mi opinión, si quieres saber si eres joven o no, comienza por buscar en ti un vacío interior, una insatisfacción profunda, un deseo insaciable, una necesidad de una vida mejor. Si no tienes ese vacío de juventud, la vida no te podrá llenar.

Buenas noches.

jueves, 18 de octubre de 2012

sábado, 21 de marzo de 2009

Limpiando la mesa / 6 / Vacío



Un gran fotógrafo, del que he puesto algunas fotografías en este blog, se preguntaba en una ocasión “¿No es precisamente el fotógrafo quien “escribe con la luz”?”. Sin duda que esto es así, pero también lo es que hay algunos escritores que fotografían la realidad con la palabra. Entre ellos destaca, en mi opinión, como un maestro Manuel Vicent. Porque no se trata sólo de ofrecer una visión certera de la realidad, de la visible y de la que se esconde tras la apariencia cotidiana, sino también de hacerlo con los juegos de lenguaje apropiados para que aparezca el arte.
Un ejemplo de los muchos que ofrece este escritor es el que aparecía en la última página de El País del domingo 22 de febrero de 2008. Lo pongo aquí para que goces con su lectura. Su título es “Vacío”.

Montó en el coche de 16 válvulas y primero se palpó los genitales para comprobar que seguían en su sitio, luego acarició el salpicadero para estimularlo como se hace con los caballos, estiró la yugular con un gesto de halcón, puso en marcha el motor y finalmente el tipo arrancó encabritado para convertir la máquina en un arma. Tumbó la aguja a 190 y enseguida montes, valles y sembrados se fundieron con su mente en el cristal del parabrisas. Le bastaba con impulsar un poco la suela del zapato y la máquina obedecía: a cada segundo se tragaba el horizonte con más voracidad. Podía aniquilar a su antojo el tiempo y el espacio, esos dos conceptos estúpidos de la creación; de hecho a 220 por hora el tipo comenzó a sentirse amo del vacío. En plena exaltación decidió hacer un alto en el camino y en cuanto entró en aquel bar de carretera su existencia volvió a llenarse de intrascendentes actos anodinos que pertenecen al resto de los mortales. Bostezó, se rascó una oreja y después de vaciar la vejiga sobre la raja de limón del urinario, escribió el número de su teléfono móvil en la puerta de uno de los retretes. Lo había hecho muchas veces en otros bares de carretera. Mientras tomaba una ración de queso contempló una vitrina repleta de mantecadas, tarros de miel y embutidos de la comarca. Dudó si comprar un chorizo. Ése fue el pensamiento más profundo que tuvo ese día. Miró el reloj. Volvió a montar en el coche, acarició el salpicadero y salió disparado. De nuevo el tiempo y el espacio se constriñeron en un punto, pero ahora el vacío no era distinto de la propia soledad. Si es cierto que un segundo antes de morir se concentra toda la vida en un solo pensamiento, a 220 por hora, antes de ver el camión que se le venía encima, el tipo pensó en el chorizo que estuvo a punto de comprar. Jamás supo si se había salvado del golpe mortal, aunque al llegar a su destino comprobó que los genitales seguían en su sitio. Vivía solo. Su número de teléfono anotado en todos los retretes del camino era su única conexión con el mundo, pero nunca nadie le había llamado. Una vez en casa, el tipo habló con el gato en la cocina y luego se cortó las uñas mirando por la ventana. Como les pasa a muchos, tal vez había muerto y lo ignoraba.
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