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miércoles, 12 de enero de 2011

El porqué


La cultura de una persona se mide, en mi opinión, sobre todo, por la justificación racional que le da a sus actuaciones. Como ya han dicho muchos, el ser humano no tiene naturaleza, sino cultura. El perro actúa como perro porque así está en su naturaleza, pero el hombre no tiene casi nada en su naturaleza que le obligue a actuar de una manera determinada. El ser humano tiene que elegir su actuación y tiene que hacerlo con un criterio en donde lo racional sea una dimensión importante, posiblemente, la que más. No tiene sentido que un ser humano se limite a repetir normas que ha visto en su sociedad, pero que no entiende ni sabe por qué debe hacerlo. Eso es ser un autómata, pero no un ser humano. Lamentablemente, todavía hay muchísimas personas que hablan de buena educación, pero sin que comprendan por qué son de buena educación las normas a las que se refieren. Por ejemplo, entran en un local cerrado y se descubren la cabeza (los hombres), pero no saben por qué. Creen que es de buena educación dejar pasar antes a las mujeres en una puerta, pero no saben de dónde viene eso. Saludan dando la mano, pero no conocen lo que eso simboliza. Puede que, si ha habido suerte, alguien les haya dicho que no se puede comer en clase, pero no entienden la razón para actuar de esa manera. Y así, en el mejor de los casos, confunden las normas de buena educación con una especie de caprichos u ocurrencias de alguien, que hay que repetir para no quedar mal.

Eso en el mejor de los casos, porque en el peor nos encontramos con una ingente cantidad de jóvenes que no tienen ni noción de que en la vida social existen normas, que conviene cumplirlas y que hay valores, como el respeto, la igualdad o la no discriminación, sin los cuales una vida humana es imposible. Descubrirles estas normas, convencerles de que hay que cumplirlas y explicarles el porqué de ellas es una de las misiones más importantes de la educación. La Educación para la Ciudadanía y la Ética cívica son asignaturas claves para desarrollar esta formación de los seres humanos como tales, junto con la labor de los padres y las madres en casa. Pero las asignaturas están condenadas por los gobiernos de derechas, que no quieren ciudadanos críticos, que se pregunten el porqué de lo que hay, y las reducen a su mínima expresión. Hasta los alumnos, en cuanto ven de qué va el asunto, piden más horas. Y lo segundo, los padres, hace mucho que abdicaron de su labor de padres y se dedicaron a ver la televisión. Así no vamos a ninguna parte sensata.

lunes, 24 de mayo de 2010

Normas


El conductor se saltó la norma de ceder el paso, la de parar en el paso de cebra y la de poner el intermitente cuando se va a girar, todo ello en aproximadamente 15 segundos.

Algunos alumnos se quedaron perplejos cuando se enteraron de que se iba a sancionar a un compañero por incumplir el Reglamento de funcionamiento del Centro.

He coincidido varias veces con camareros en los aseos y he comprobado que, tras hacer sus necesidades fisiológicas, no se lavaron las manos y salieron a continuar atendiendo al público.

Cuesta un enorme trabajo convencer a bastantes jóvenes de que no es aceptable hacer pintadas en fachadas que no son suyas. A algunos, que tienen con este asunto una relación patológica, aunque no lo admitan, no hay manera de convencerlos.

Hay gentes con poder político que creen que pueden hacer cualquier cosa, que para ellos vale todo porque se consideran la encarnación del poder. Y esta actitud la reproducen luego pobres hombres y pobres mujeres en el pequeño ámbito de sus vidas.

Se echa en falta cada vez más la conciencia de que hay que cumplir ciertas normas. Se detecta de forma alarmante y progresiva una carencia de ética, de actitud democrática, de valía humana. Va ganando terreno la visión salvaje de la vida, consistente en hacer siempre a toda costa lo que le apetece a uno, da igual lo que pase. Y va retrocediendo la visión humana que nos acostumbra a pensar antes de actuar, a racionalizar la vida, a anticipar las consecuencias de lo que se va a hacer, a tener en cuenta a los demás y a darse normas que sean verdaderamente humanas. Parece que lo que priva es actuar sin criterio.

El salvaje urbano se está reproduciendo como lo hacen las setas. Y no necesitan ni que llueva.

lunes, 23 de febrero de 2009

El salvaje urbano

Hay seres humanos que no acaban de darse cuenta de que en realidad son seres racionales. No se dan cuenta porque no son capaces de llegar a esa conclusión por sí mismos y, también, porque nadie se lo dice con suficiente claridad. Por el contrario, estos seres humanos tienden más a pensar que, en el peor de los casos, puede que hayan venido a esta vida a obedecer, a cumplir con unas normas. Pero, como no saben por qué deben cumplir esas normas, no tienen ninguna motivación para hacerlo. En este universo de ignorancia, los más débiles caen en la tentación de cumplir las normas por miedo a un castigo eterno. Los que no son tan débiles, en cambio, se sienten capaces de cumplirlas o no cumplirlas, según convenga o no a sus propios intereses. Así se va fraguando el todo vale y así va surgiendo un nuevo tipo antropomorfo que amenaza con dominar la Tierra: el salvaje urbano.