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viernes, 9 de febrero de 2024

La nueva naturalidad

 



-Yo hago lo que me da la gana, ni más ni menos. No acepto que nadie me dé órdenes, sobre todo si no lo conozco. Me visto como me da la gana, y a quien no le guste que se joda. A veces alguien me da la vara con las normas. No existen las normas. Eso que llaman normas no son más que maneras de quitarle la libertad a las personas y de esclavizarlas. Te lo repito: yo hago lo que me da la gana, porque yo soy lo más importante, lo único importante. ¿Por qué le voy a ceder el paso yo a nadie en una acera, o a un peatón cuando quiere cruzar un paso de cebra? Somos individuos, y cada uno va a lo suyo. Hay gente que se molesta con nada: con una risotada, con un grito o con la música alta. Me da igual. Tengo derecho a hacer lo que me dé la gana. Bastante es tener que aguantar que no pueda fumar en donde me apetezca. Soy libre y nadie puede quitarme mi libertad. La gente no sabe el gusto que da hacer lo que a uno le apetezca en cada momento. La gente es muy antigua y, además, muy artificial. Hay quienes no parecen seres humanos, sino robots que cumplen reglas estúpidamente. Les diría que descubrieran la nueva modernidad, la nueva naturalidad, pero no se lo digo. No son más que unos viejos con pocas ganas de vivir y con poco futuro. Que les den. -me dijo.

-¿Y tú qué le dijiste?

- Nada. Bastante tiene con elegir vivir y morir solo.


miércoles, 6 de diciembre de 2023

Día de la Constitución

 



Día de la Constitución. La Constitución es la ley más importante de todas, porque es aquella en la que se basan todas las demás leyes.

Hay que cumplir la Constitución Española si se quiere ser un ciudadano español maduro y cabal, un patriota no de palabra, sino de obra.

Pero creo que más importante aún que cumplir la Constitución es cumplir la ley, cumplir las leyes. Observo una especie de absurda soberbia existencial en muchos ciudadanos, que no solo no cumplen las leyes (véase el tráfico, los impuestos, etc.) sino que tampoco cumplen ciertas normas básicas para la convivencia, como el respeto a los otros, la igualdad de derechos de todos, el mantenimiento de la ciudad limpia, no abusar de los precios, no difundir mentiras que se sabe que lo son y tantas otros aspectos de la vida cotidiana.

Tengo la impresión que se está gestando un ser humano bruto, individualista, ignorante, prepotente, incapaz de racionalizar sus opiniones y sus acciones, que cree que está solo en el mundo y que puede hacer en él lo que le dé la gana.

No se puede hacer nada bien sin seguir unas normas. El afán de no cumplirlas y la terrible ausencia de una educación a los hijos están resquebrajando la humanidad del ser humano y no sé qué va a salir de esa situación creciente.

miércoles, 6 de septiembre de 2023

Los efectos de la incultura / 1

 

Imagen tomada de Pinterest

Ya se notan con claridad en la vida cotidiana los efectos molestos y degradantes de la incultura. Han transcurrido demasiados años en los que muchos padres y madres se han olvidado de educar humanamente a su prole y de que se empequeñecieran o desaparecieran de los planes de estudio las asignaturas que hacían reflexionar a los alumnos y a las alumnas y ayudaban a desarrollar su pensamiento crítico. Ahora vivimos de esas inacciones y de esas ausencias.

La cultura es la manera de vivir como seres humanos entre el resto de seres humanos, sin que haya que prescindir de ninguno y sintiéndose todos relacionados con los demás, precisamente por su humanidad.

La cultura es distinta de la instrucción. Esta se adquiere en la escuela, desde el parvulario a la universidad, y desarrolla en el ser humano su capacidad de convertirse en un experto en algo. La cultura, en cambio, se comienza a construir en la familia, en donde se adquiere la costumbre de tener buenas conductas y de asimilar en la vida valores humanos, constructivos y solidarios. El contenido de estas conductas y estos valores conseguidos en la familia se justifican luego en la escuela: si en casa te inculcan la norma del respeto a los demás, en la escuela te deberían dar las razones de por qué hay que hacerlo, o si en casa te dicen que hay que comer despacio y masticando mucho, en la escuela te deberían decir el porqué de tan higiénica costumbre, o si en casa te han acostumbrado a seguir la norma de ser solidario, en la escuela tendrían que justificarte por qué es más humano ser solidario que egoísta.

Sin embargo, se ha ido extendiendo la práctica de no acostumbrar al joven, ni en la familia ni en la escuela, a seguir normas para desarrollar una vida humana, ni a desarrollar los valores convenientes para tal propósito, con lo cual no solo ha salido de la mente del ciudadano la ética, sino que su vida se ha ido empobreciendo y embruteciendo, hasta hacerla muchas veces desagradable para los demás y difícilmente vivible para todos.

Los valores que convierten a alguien en un ser humano y al mundo en un lugar de acogida para todos se han ido convirtiendo en rarezas, dando paso a la figura del bruto con aspecto humano, pero bruto. Se echan en falta el respeto, la libertad, la igualdad... La solidaridad ha desaparecido de la práctica común, siendo sustituida cada vez más por un individualismo absurdo y un deseo egoísta de acaparar dinero de la manera que sea -porque vale cualquier método- y a costa de quien sea. Algunos zoquetes con intereses han hecho creer a los más vacíos que la libertad no consiste en ser capaz de hacer lo que se debe hacer, el bien, sino en elegir los caprichos que cada cual tenga o los que pueda pagarse. La igualdad, que se concreta en las igualdades, va cuesta abajo, porque aún hay muchos contravalores egoístas y particulares en la mente de muchos ciudadanos. Todavía hay, por ejemplo, quienes creen, dejándose llevar por una ignorancia injustificable y culpable, que el feminismo es algo superfluo que no es necesario conocer bien. No se dan cuenta de que, al igual que ocurre con la democracia, el feminismo es la única manera de conseguir la igualdad real entre los hombres y las mujeres. Los listos que creen que el feminismo no es necesario ni merece la pena, actúan como brutos machistas inhumanos en cuanto las circunstancias les sobrepasan un poco.

Continuará

viernes, 9 de abril de 2021

Dicho ya. Los otros




9 de abril de 2017

 Atrévete a preguntarte si en las normas que sigues para convivir son importante los otros o sólo lo eres tú.

jueves, 11 de marzo de 2021

Dicho en el pasado. Normas




11 de marzo de 2020

 En una dictadura los ciudadanos cumplen las normas porque desde fuera le obligan a hacerlo. Les gusten o no las normas, quieran o no quieran cumplirlas, no tienen más alternativa que hacerlo si no quieren que caiga sobre ellos el peso de la autoridad dictatorial.

En una democracia los ciudadanos cumplen las normas por convencimiento. No es que desde fuera les obliguen a cumplirlas, sino que se sienten parte de una colectividad y entienden que para que el grupo funcione todos deben cumplir una serie de reglas. Esto lo sabe cualquiera que haya trabajado en grupo. Ello implica que les tienen que explicar la racionalidad de esas normas, el porqué deben seguirse, porque solo así podrán convencerse y cumplirlas de buen grado.
Esto implica, por una parte, que en una democracia al ciudadano hay que explicarle con argumentos racionales, y no con tonterías, por qué debe seguir ciertas normas. Y, por otra, que el ciudadano adopte una actitud democrática y no dictatorial, es decir, que ponga de su parte lo necesario para procurar entender, que no crea que solo vale lo que él piensa y que sea capaz de escuchar críticamente, pero escuchar, a quien sabe y a quien tiene responsabilidad en el gobierno de la sociedad.

domingo, 27 de septiembre de 2020

Él y su coche



 Eran él y su coche. No existía nada más en el mundo. Lo que se veía por ahí eran seres ajenos a él y a su coche, carentes de importancia y de significado en su vida. Él y su coche habitaban en una soledad gozosa en medio de todo lo que no le interesaba. Cuando él y su coche estaban juntos, el mundo sonreía. El coche, aunque no hablaba, obedecía sin rechistar. Era un coche bueno y nunca se negaba a lo que él le solicitaba. En su coche el confort, la paz y el placer estaban garantizados. Él en su coche hacía lo que le apetecía. Iban, venían, paraban en donde a él le venía bien y circulaban al ritmo que en cada momento le pedía el cuerpo.

No había normas. Si acaso las muy imprescindibles, pero lo fundamental era hacer lo que la vida le pedía a gritos en cada momento. Eso de las normas era algo ajeno a su vida. Creía que cada cual tenía que ir a lo suyo y él con su coche no tenía por qué dejar de hacer lo que quería porque alguien quisiera cruzar por un paso de peatones o porque dijeran que hay que poner los intermitentes. Que cada uno se busque la vida y que gane el más fuerte.

Su coche era un Mercedes rojo de aspecto deportivo, con dos puertas y una buena radio para que todos, dentro o fuera, oyeran la música que a él le gustaba. Por dentro tenía detalles de calidad. Por fuera estaba limpio y cuidado, aunque con pequeños restos de alguna reparación.

Aparcó en la puerta del bar. Una cerveza a mediodía sentado en una terraza era muy apetecible después de una mañana de trabajo. El dueño del bar era amigo suyo y le gustaba ir a verlo y a charlar un rato. La calle tenía dos carriles y un arcén en el que se aparcaba bien. Una vez situado el coche, apagó la radio, quitó la llave y abrió la puerta para salir.

Abandonar el coche durante un rato y entrar en un mundo lleno de personas y de cosas que no le importaban demasiado era como abandonar su zona de confort. Muchas veces al día debía hacer ese sacrificio necesario de tener que andar, hablar, beber, discutir, incluso aburrirse fuera de su coche. Volver a él era como el descanso del guerrero, como la entrada en el paraíso.

Un estruendo inusual asustó a quienes estaban en la terraza del bar. Dos camareros salieron corriendo en dirección al coche. Todos se levantaron y pensaron en lo peor. Un autobús verde pasó por el carril derecho y paró a unos metros del bar.

La costumbre de no tener en cuenta las normas hizo que abriera la puerta del coche sin mirar si venía alguien por detrás. El conductor del autobús, que por sus dimensiones ocupaba todo el carril, no tuvo tiempo de ver que una puerta se le abría inesperadamente en su trayectoria. El golpe fue estrepitoso. El retrovisor rojo quedó tirado varios metros más adelante. Unos trozos de cristal se esparcieron por el suelo. La puerta quedó deformada, con el interior desencajado y sin poderse abrir ni cerrar. La fortuna quiso que a él no le diera tiempo de sacar la pierna. Aunque el coche rojo estaba aparcado algo separado de la acera, su amigo adujo que los autobuses pasaban muy pegados a los coches. Alguien en la terraza comentó que había que mirar antes de abrir la puerta. Otro pensó en la utilidad de cumplir las normas. Él se quedó a medio camino entre el ridículo que no podía admitir y el deseo de culpar al conductor del autobús que no podía expresar. Con una expresión de enorme tristeza llamó a la grúa.

domingo, 22 de marzo de 2020

Estelas en la mar contaminada. Normas




Una norma es la regla, el modelo, la pauta que seguimos para hacer cualquier cosa.

Todo lo que hacemos como seres humanos lo hacemos siguiendo normas, hasta cuando decimos que improvisamos, porque entonces seguimos la norma de improvisar.

Ninguna actividad humana la podemos hacer sin seguir alguna norma. Piénsalo.

Hay un tipo de normas que nos imponen desde fuera, de tal manera que si no las cumplimos, nos pueden sancionar. Son las normas legales. Por ejemplo, no podemos salir de casa, salvo para algunas pocas actividades.

Hay otro tipo de normas -que pueden ser las mismas que las legales- que nos las imponemos nosotros mismos, porque entendemos que son racionales, humanas y buenas para uno mismo y para los demás, y que, por tanto, debemos cumplirlas. Estas normas se llaman normas morales o éticas. Si no las cumplimos, nadie nos va a sancionar, pero no nos sentiremos bien con nuestra conciencia.

Quedarse estos días en casa es una norma tanto legal como moral. Debemos cumplirla tanto porque estamos obligados por la ley como porque debemos convencernos de que eso es bueno para nosotros y para todos.

Buenas noches.

miércoles, 11 de marzo de 2020

Estelas en la mar contaminada. Normas



En una dictadura los ciudadanos cumplen las normas porque desde fuera le obligan a hacerlo. Les gusten o no las normas, quieran o no quieran cumplirlas, no tienen más alternativa que hacerlo si no quieren que caiga sobre ellos el peso de la autoridad dictatorial.

En una democracia los ciudadanos cumplen las normas por convencimiento. No es que desde fuera les obliguen a cumplirlas, sino que se sienten parte de una colectividad y entienden que para que el grupo funcione todos deben cumplir una serie de reglas. Ello implica que les tienen que explicar la racionalidad de esas normas, el porqué deben seguirse, porque solo así podrán convencerse y cumplirlas de buen grado.

Esto implica, por una parte, que en una democracia al ciudadano hay que explicarle con argumentos racionales, y no con tonterías, por qué debe seguir ciertas normas. Y, por otra, que el ciudadano adopte una actitud democrática y no dictatorial, es decir, que ponga de su parte lo necesario para procurar entender, que no crea que solo vale lo que él piensa y que sea capaz de escuchar críticamente, pero escuchar, a quien sabe y a quien tiene responsabilidad en el gobierno de la sociedad.

jueves, 31 de octubre de 2019

Buenas noches. Dos




A uno lo acostumbraron a cumplir normas y a comprender por qué debía cumplirlas. Su vida fue creciendo con los otros dentro de un mundo. A otro no le hablaron siquiera de que existían normas ni de que era necesario cumplirlas. Los otros para él no eran nada. Creció como un bruto en medio de la selva y, en el fondo, siempre estuvo solo. 

Buenas noches.

lunes, 3 de junio de 2019

Buenas noches. 237 km/h




Es una desgracia muy lamentable la muerte del futbolista José Antonio Reyes. También lo son las muertes de personas poco conocidas en accidentes de carretera, como lo es cualquier muerte. Pero el hecho de que se trate de un personaje famoso no nos debe ocultar las circunstancias en las que ha ocurrido tan desagradable suceso. Al parecer, conducía un coche de alta gama a 237 km/h.

Creo que cualquier persona sensata debe reflexionar sobre este hecho. Las normas están para cumplirlas. Sé que esto no entra fácilmente en todas las mentes de hoy, pero es así: las normas, de todo tipo, están para cumplirlas.

Las normas jurídicas, las que aparecen en los diversos códigos existentes en la sociedad, no responden a ningún capricho de un desocupado que le da por fastidiarnos con sus ocurrencias, sino a la prudencia y a la racionalidad de una sociedad formada por seres humanos maduros que deciden que para preservar el bien común es necesario cumplir esas normas. Las normas morales, las que nos damos a nosotros mismos después de razonar suficientemente nuestra situación en el mundo, nos obligan también, porque así nos lo dice no otro, sino nuestra propia razón. 

No nos podemos saltar la norma de ir a menos de 120 km/h ni siendo famoso ni dejando de serlo. Si está ahí es porque hay alguna razón, y hay que cumplirla. En todo caso, si José Antonio Reyes -o cualquiera- tiene el capricho de estrellarse a esa velocidad, que lo haga, pero sin molestar a nadie ni a nada. El problema que hoy no se mira es que podía haber tenido consecuencias -como las tuvo para sus acompañantes- que afectaran a peatones o a alguien que estuviera por allí.

Quien no cumple las normas no muestra ningún respeto por la vida de los demás. Cualquier persona que conduzca, aunque sea un simple patinete, debería reflexionar muy en serio sobre este suceso. 

Buenas noches.

sábado, 27 de enero de 2018

Buenas noches. ¿En qué orden?



La política es el arte de hacer posibles las mejores soluciones para los problemas de los ciudadanos de una sociedad.

La ética es la elección libre que cada ciudadano hace en conciencia de las mejores normas para que rijan todas las relaciones que establece con los demás ciudadanos en una sociedad.

La legalidad es el conjunto de normas legales, a cuyo cumplimiento obliga el Estado, que se dan democráticamente los ciudadanos para regular sus conductas individuales y colectivas.

¿Alguna de las tres debe considerarse como fundamento de las otras? 

¿Puede la política considerarse más importante que las otras dos?

Buenas noches.


domingo, 22 de octubre de 2017

Buenas noches. Pérdidas




Cuando no es la razón la que se convierte en el criterio fundamental para decidir las ideas, las estrategias y las acciones, sino que los sentimientos caminan a sus anchas en las mentes flacas de quienes son pocos dados al análisis frío y a las decisiones prudentes, entonces se suelen perder dos cosas: el sentido de las normas y el sentido del ridículo. La ausencia de la razón como criterio hace que no se tengan en cuenta las normas aceptadas, sino que cada cual haga lo que más le interese, tenga viabilidad o no, cause daños a propios o ajenos o no, conduzca al desastre o no. Y en esas circunstancias suelen aparecer hechos peregrinos, ridículos y descalificantes, que llevan a una risa trágica y que hacen dudar de que la compañía de estos irracionales sea la más adecuada para crear un mundo habitable y vivible. 

Buenas noches.

miércoles, 9 de agosto de 2017

Buenas noches. Normas




La más incívica y, por lo tanto, inhumana de las costumbres es la de no cumplir ningún tipo de normas. Esa mezcla de ignorancia, de soberbia, de individualismo, de ausencia de respeto y de chulería hueca se va adueñando poco a poco de la ciudadanía y va a terminar destrozando lo que queda de la sociedad. 

Buenas noches.


sábado, 10 de junio de 2017

Buenas noches. Normas





Una sociedad, como cualquier faceta humana, se rige siempre por normas. 

No hay nada que se pueda realizar sin cumplir normas. 

Quien no cumple las normas de los seres humanos, renuncia a una vida humana en la sociedad. Consecuentemente, no vivirá como un ser humano. 

Y ¿cuáles son las normas de los seres humanos? La respuesta es muy sencilla: las que se derivan del texto más importante escrito nunca, la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Si no la has leído, urge que la leas. 

Buenas noches.


lunes, 8 de mayo de 2017

Buenos días. Osadía 108



Atrévete a ser una persona autónoma, esto es, a darte tus propias normas de actuación y a justificártelas racionalmente. 

Es la única manera de crecer como un ser humano. 

Buenos días.


martes, 18 de abril de 2017

Buenos días. Osadía 88


Atrévete a aceptar que no es posible la convivencia si no es cumpliendo normas. 

Buenos días.


lunes, 17 de abril de 2017

Buenos días. Osadía 87



Atrévete a pensar y a entender que no podemos hacer nada si no es cumpliendo normas. 

Buenos días.

domingo, 16 de abril de 2017

Buenos días. Osadía 86


Atrévete a buscarle una justificación racional a cualquier norma de educación

Buenos días.


martes, 10 de enero de 2017

Buenas noches. Trump


La presidencia de EE.UU. en manos de Donald Trump puede ser, desde el punto de vista material, un desastre importante y trágico para multitud de personas, no solo del país americano, sino de todo el mundo. Ha prometido ser un discriminador en todos sus aspectos, en el racista, en el machista y en el xenófobo -podemos imaginar qué hará con los niños o con los pobres- y no ha dado muestras del menor afecto por la igualdad. Creo que cuanto más pobre se sea, más se sentirá la presencia real de un personaje de estas características cargado de poder.

Pero me preocupa, además, otro aspecto de este individuo: su capacidad, por el cargo que ocupa, de ser un guía moral para multitud de personas. La moral exige a todos que cumplamos normas y que tengamos una dimensión social en nuestro pensamiento y en nuestra actuación. Este señor hace y dice lo que le da la real gana y no tiene en cuanta más que a quienes les interesa. Parece el prototipo de ser individualista, amante del dinero por encima de todo, discriminador, prepotente, destructor, ignorante y atrevido. Es justamente lo que necesitan los ciudadanos del mundo para tomarlo como modelo en su acelerado caminar hacia el embrutecimiento colectivo. Creo que vienen muy malos tiempos. 

Buenas noches.

jueves, 24 de noviembre de 2016

Buenas noches. Aislantes


Los auriculares, el móvil, el ordenador, la playstation, la televisión, los lenguajes de argot, hablar a gritos, la música a un volumen altísimo, la música cansina y repetitiva, el acoso, la sobreprotección, el exceso de trabajo, el incumplimiento de las normas, el individualismo y la falta de empatía nos pueden aislar de la sociedad. 

Incluso, pueden causar repulsión. 

Buenas noches.