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domingo, 13 de diciembre de 2009

Mujeres saharauis

Pongo aquí información sobre otras mujeres saharauis que sufren y que dan un testimonio pacífico y valiente en favor de sus ideas y del cumplimiento de los Derechos Humanos. Tomo la información del blog Haz lo que debas.


Fatma y Mamia Salek

Un escalofriante testimonio de violencia contra mujeres saharauis es el de las hermanas Fatma y Mamia Salek, 16 años desaparecidas en las cárceles marroquíes. Allí tuvieron que vivir las torturas y muerte de sus propios padres. En todos esos años fueron trasladadas a diferentes cárceles, sufriendo torturas, palizas y todo tipo de vejaciones, en condiciones infrahumanas. Salieron de la cárcel en penosas condiciones, con diferentes enfermedades crónicas y vivieron aún 9 años más en las zonas ocupadas, donde siguieron sufriendo persecución y siendo acosadas. Las hermanas Salek finalmente huyeron del Sahara en patera en 1999 y se establecieron en Canarias.

Galia Djimi

Galia Djimi, es otra activista de derechos humanos con una larga trayectoria y que ha sufrido en primera persona los abusos de las fuerzas de ocupación marroquíes. Madre de cinco hijos, actualmente es vicepresidenta de la ASVDH (Asociación Saharaui de Víctimas de Graves Violaciones de Derechos Humanos cometidos por el Estado Marroquí). Estuvo encarcelada en los años ochenta durante cuatro años sin que se conociera su paradero, por sus actividades a favor de los derechos humanos en el Sahara ocupado. Tras su liberación siguió siendo acosada por la policía marroquí, sufriendo dos graves incidentes en el año 2006. En marzo de 2006 fue detenida y posteriormente puesta en libertad por participar en una manifestación en El Aaiun. Más tarde, el 10 de diciembre de 2006, durante la conmemoración del día internacional de los derechos humanos, fue golpeada e insultada, junto con otros activistas saharauis de derechos humanos por participar en una sentada con motivo de dicha ocasión. Este es su testimonio. El torturador ICHI Abou Hassan se dirigió a mí de una manera muy violenta. Me agarró por los brazos y me sacudió con fuerza, insultándome palabras groseras. Levanté mis manos mientras le contestaba: “Vine aquí de un modo pacífico y les habíamos informado”. Me respondió con una voz llena de odio y rabia: “Calla puta, hija de puta”. Y me dio una patada que me tiró al suelo. Me pilló desprevenida. Tras un momento me levanté con dificultad y alcé de nuevo mis brazos y repetí: “Estamos aquí para celebrar este día que el mundo entero celebra, y como ves nuestras manos están vacías, sin piedras ni armas. Y te pido a ti y a tus hombres que dejéis de torturarme”. Cogió su porra sin prestar atención a mis palabras y comenzó a aporrearme y a darme golpes con la porra en mis nalgas y a gritar como un loco a sus hombres “Vamos, rápido”. Le respondí. “No somos criminales ni ladrones para tener que escapar, pero queremos alcanzar la paz a pesar de vuestra salvaje represión”.

Fatma Ayach

Fatma Ayach, madre de dos niños, es otra destacada activista. Sufrió persecuciones junto con su familia desde los años 80. Fue secuestrada de su casa y encarcelada en 1987, tenía 17 años y una niña de 12 meses. Pasó cuatro años desaparecida en cárceles secretas junto Aminetu Haidar y Galia Djimi, entre otras mujeres presas. Liberada en 1991, sigue trabajando como activista de derechos humanos en las zonas ocupadas. Durante su cautiverio pasó por todo tipo de vejaciones y penalidades. Vio morir a muchos compañeros de cárcel y cómo no se ha vuelto a saber nada del paradero de muchos de ellos. Fue agredida en junio de 2005 mientras participaba en una manifestación y un mes después eran secuestrados en casa de Fatma Ayach tres destacados activistas de derechos humanos, Brahim Numría, Husein Lidri y Larbi Masud.

Sultana Jaya

Uno de los casos más recientes de violaciones de derechos humanos contra las mujeres saharauis es el de la joven estudiante Sultana Jaya, de 27 años. Sus padres la habían enviado a Marrakech a estudiar en un centro privado para que no siguiera participando en las manifestaciones por la independencia en Bojador, una de las principales ciudades del Sahara Occidental. Sin embargo Sultana continuó encabezando las protestas estudiantiles hasta que en mayo de 2007 perdió un ojo durante las manifestaciones de estudiantes saharauis en las universidades marroquíes. Uno de los policías que estaban reprimiendo la manifestación se ensañó con ella y le sacó un ojo de su órbita con una porra. Sultana ha perdido el ojo derecho y se ha convertido en un símbolo de la resistencia saharaui. Condenada a ocho meses de prisión, la pena se redujo finalmente a tres meses.