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domingo, 6 de noviembre de 2022

Y nada más



 Vivimos el triunfo del corto plazo, de lo inmediato, de lo que causa placer y lo causa ya. Lo demás puede que exista, pero como si no. Se le ningunea y ni se le mira. Está de moda la chatez mental y nadie se atreve a mirar más allá de sus narices, no sea que vea algo que le altere su equilibrio plano.

Miro a la gente por la calle. Unos centrados en lo que oyen por los auriculares que llevan en las orejas. Otros concentrados en la pantalla del móvil, como si de un momento a otro fuera a aparecer en ella el secreto más buscado. Otros atienden a los dos reclamos a la vez. Da igual que pasen por un árbol sumido en la belleza del otoño, por un jardín pleno de flores primaverales o por un pobre hombre que duerme aterido por el frío de la noche. Lo que vale es lo que sale por el móvil, lo último, lo que reclama la atención con urgencia.

Invitas a comer a casa a unos amigos. Se sientan en donde hay cuadros, algunos de una belleza reconocida. Da igual: no los miran. Hay libros en diversos lugares. Es lo mismo: no les interesan. No preguntan qué estás leyendo. Tampoco ellos leen nada. Se preocupan por el placer, por la diversión, por lo que tienen entre manos en esos momentos. Más allá no hay nada. El arte está más allá, pero en el lugar en el que no se mira. El pensamiento está más allá, pero en el sitio al que no se sabe ir. El sentido está más allá, pero lo que les importa está más acá, en la superficie de una pizza, en el interior de una hamburguesa o en alguna pantalla. Y nada más.


jueves, 7 de noviembre de 2019

Buenos días. Observar




Un signo de nuestros tiempos es no observar lo que está a nuestro lado, ni lo que necesitan quienes nos rodean, ni las consecuencias para ellos de lo que hacemos. Sólo vemos el móvil, oímos el móvil, tocamos el móvil y vivimos para el móvil. 

Buenos días.

domingo, 20 de enero de 2019

Buenos días. Móvil




Adictos al móvil: ¿Qué idea vais a tener de la Naturaleza y de lo que ocurre en ella si no miráis la realidad? 

Buenos días.

domingo, 23 de septiembre de 2018

Buenas noches. Contrato



Estableció un contrato de por vida entre sus manos y el móvil, pero nunca supo que aquello era una enfermedad.

Buenas noches.

miércoles, 19 de julio de 2017

Buenos días. Tarea




Des-movil-ízate. 

Buenos días.

martes, 11 de julio de 2017

Buenas noches. Individuos



Somos individuos, pero no somos seres aislados. No me refiero, por tanto, a esos seres que se autoaíslan ocupando sus manos, sus ojos, sus oídos, su mente, sus movimientos y su cuerpo con el móvil, del que se convierten en esclavos. El individuo que somos cada uno es el resultado del conjunto de relaciones que establecemos con las cosas y, sobre todo, con las personas. Dependiendo de cómo sean esas relaciones, así será el mundo que cada cual va creando. Cuando estas relaciones se tiñen de amabilidad -no hay que olvidar que ser amable significa etimológicamente ser digno de ser amado-, el mundo se hace agradable, vivible y humano. 

Buenas noches.

domingo, 2 de julio de 2017

Buenas noches. El móvil




Si el móvil está con nosotros, todo lo demás es como si no existiera. Alabado sea el móvil. 

Buenas noches.

miércoles, 24 de mayo de 2017

Osadía 124. Móvil



Atrévete a usar menos el móvil. 

No puedes estar todo el día dependiendo de él. 

Buenos días.


miércoles, 15 de marzo de 2017

Buenas noches. Desnudez



Si para dormir te quitas el móvil, los auriculares, la gorra, el vestido, las joyas, el dinero y todo lo que consideras más valioso en tu vida, es que vas mal. 

Buenas noches.

domingo, 4 de diciembre de 2016

Buenas noches. Postpreguntas


¿Hay guantes que quiten el frío de las manos y que te permitan usar  bien el teclado del móvil?

Si voy por la calle con los cascos puestos y usando el móvil y me hago daño porque tropiezo con una farola, ¿puedo denunciar al Ayuntamiento por poner allí ese obstáculo absurdo?

Me duele un oído. Si voy al otorrino, ¿me tendré que quitar el auricular?

Vamos a casarnos mi churri y yo para que deje de ser mi churri y se convierta en mi cari. Nos casaremos por la iglesia, claro, que es lo que mola. ¿Quieres que en cuanto mi churri me diga que sí, te mande un Whatsapp?

¿Por qué ese señor me tiene que mirar mal cuando estoy entretenida rascando la pintura del portal con la llave de casa?

Eso de apagar el móvil en el teatro no me da la gana de hacerlo. ¿Qué se habrán creído? A mí también me molesta que me llamen cuando estoy trabajando.

Niño, esas peras no se tocan. Niño, que esas peras no se pueden tocar. Niñooo, que eso no es para jugar. Niñoooooo, no le quites el rabo a la pera. Niñoooooooooo, que eso no es tuyo. Oiga ¿por qué le grita a mi hijo? Anda, hijo, vamos que ya hemos comprado la fruta.

Dos niños ríen, gritan y corren a toda velocidad por entre las mesas de una cafetería. Una señora y su madre están intentando hablar en una de las mesas. Ante la imposibilidad de hacerlo por el ruido producido por los niños, la señora les dice que no pueden hacer eso, que están molestando. En ese momento, la madre de los niños le grita: ¿Por qué no van a poder hacerlo, si estamos en un sitio público? La respuesta de la señora fue que precisamente por eso, porque estaban en un sitio público, pero la madre no lo entendió.

Buenas noches. 


domingo, 4 de septiembre de 2016

Buenas noches. Aislamiento



Llevaba los auriculares incrustados en las orejas y el móvil en la mano. No le perdía ojo. Tampoco parecía que lo que ocurriera en el mundo le interesara mucho. Era alto, grande y fornido. Se levantó del asiento sin mirar la barra que, cerca del techo, bordeaba el pasillo para que los viajeros se agarraran a ella. Se dio un golpe tal en la cabeza que le dolió a todos los que íbamos en ese momento en el autobús. Debía de tener los huesos duros porque ni se inmutó. Siguió con su móvil, se bajó y no quitó el ojo de la pantalla.

Cuando nos bajamos del autobús, anduvimos y nos paramos en un paso de peatones. Había allí un tipo joven, pero sin auriculares. En su lugar llevaba unos cascos que daban la impresión de no dejar pasar ningún sonido del exterior que entorpeciera la audición de lo que en ese momento estaba disfrutando aquel ausente del mundo. También llevaba su móvil en la mano y su cordón auricular que lo unía al aparato materno. En su ausencia vital de la realidad, se había situado medio metro dentro de la calzada. Pasó un autobús por allí y no le cortó las uñas de los pies, todas a la vez, porque los dioses estaban de vacaciones. Ni se inmutó. Con una tranquilidad pasmosa, se echó un poco hacia atrás y se instaló en el borde de la acera.

Ella iba con unos pantalones blancos impolutos. Yo estaba en el metro, sentado en un banco del andén esperando que llegara el tren. Se acercaba a donde yo estaba, con sus auriculares instalados y su móvil en la mano. Algo hacía con su pulgar en él. Quiso sentarse en la otra punta del banco. En un tono algo elevado le dije ¡no!, porque había en esa zona una pintura roja, como hecha con un lápiz de labios. No me oyó. Se sentó y siguió con su maniobra manipuladora. Me olvidé de ella.

Era alto y metido en carnes. Iba por la acera con sus auriculares y mirando con mucha atención su móvil, en el que escribía algo que le tenía absorto. En su trayectoria vital por aquella calle había una cagada de perro fresca y de dimensiones considerables. No la vio, pero la pisó y se resbaló, con tan mala fortuna que fue a dar con su trasero en las inmediaciones de la deposición. No se enteró demasiado del incidente, porque siguió escribiendo, allí sentado, hasta que consideró que su discurso había acabado. Fue entonces cuando se dio cuenta y cuando exclamó: ¡Hostias, qué asco! Se levantó, se miró el pantalón y siguió con su móvil. De vez en cuando se miraba el trasero, pero pareció que se lo tomaba como si no le hubiera ocurrido nada.


Si quieres aislarte del mundo o si prefieres evadirte o si no quieres saber nada de lo que ocurre a tu alrededor, instálate unos buenos auriculares y pégate el móvil a la mano sin perder la vista de él. De lo que se trata es de salirse de este mundo con comodidad.

Buenas noches.

sábado, 28 de mayo de 2016

Buenas noches. Estos niños de ahora




Niño: 

Haz el favor de llevar por la calle el móvil siempre en la mano, que va a pensar la gente que no lo tienes. 

Y ponte los auriculares, que me costaron un dineral para que ahora no los uses. No te importe no escuchar lo que dice la gente, que no dicen nada interesante.

No te olvides de llevar la gorra puesta, pero con la visera para atrás, que si no, pareces un viejo. Cuando entres en un sitio cerrado, aunque haga calor, no te la quites, que siempre apareces despeinado. 

Y no andes con los hombros rectos, que pareces un pijo antiguo. Balancéalos. Primero subes uno y luego, el otro, y, a la vez, vas dando saltitos con los talones, como hacen los chicos modernos que tienen sentido del ritmo. 

No te subas mucho el pantalón. Deja que se te vea el calzoncillo, que queda muy guapa la figura así. 

¡Ay, estos niños de ahora! Hay que estar siempre encima, diciéndoles lo que tienen que hacer, porque por sí solos no valen para nada.

Buenas noches y que gane el mejor.

miércoles, 2 de marzo de 2016

viernes, 6 de noviembre de 2015

Buenas noches. No al machismo 10




Decidle, por favor, a vuestros hijos varones, queridos padres y madres, que no tienen derecho a controlar a las mujeres de quienes crean estar enamorados. 

Les debe quedar muy claro que ni a través del teléfono móvil, ni de la forma de vestir ni de las amistades pueden ejercer ningún gobierno ni ninguna imposición sobre ninguna mujer. 

Si no hay respeto a la mujer, no puede haber igualdad y, por tanto, tampoco puede haber amor. 

Buenas noches.

viernes, 24 de abril de 2015

Buenas noches. Sin sentidos




Los auriculares y los altavoces, aparte de aislarnos del mundo, nos permiten oír cada vez peor. 

Los humos y la contaminación aérea nos facilitan que olamos poco y mal. 

Casi no nos tocamos. 

La comida rápida favorece que a muchos les gusten las hamburguesas o las hamburguesas. 

La constante lectura atenta del móvil hace que no veamos por donde vamos. 

Esto progresa adecuadamente hacia la nada. 

Buenas noches.

viernes, 12 de diciembre de 2014

Ética para todos 14. Hay que apagar el móvil en los espectáculos



Propusimos para esta semana el análisis de esta norma:
Cuando se va al teatro, al cine o a cualquier espectáculo que tenga lugar en una sala cerrada en la que deba haber silencio, hay que apagar el teléfono móvil.”

Cualquiera puede observar lo frecuente y lo molesto que es estar en uno de estos espectáculos y que suene un teléfono móvil. Yo he visto a personas que no se cortan en absoluto y que se ponen incluso a contestar la llamada sin el menor rubor.

¿Es esta una norma jurídica? ¿La ordena alguien o alguna ley y, en caso de que no la cumplamos, nos pondrán alguna sanción? No. Esto no aparece en ninguna ley. De hecho, en los espectáculos “ruegan” que se apaguen los teléfonos, no lo ordenan. Por tanto, no es una norma jurídica.

Pero sí es una norma moral. Y es una norma que deja en evidencia con toda claridad la baja calidad moral -y, por tanto, humana- de quien no apaga el teléfono antes de que empiece un espectáculo.

¿Qué es lo que hay que pensar en relación con el teléfono móvil y los espectáculos? Pues algo muy sencillo y que sólo exige un poco de sensibilidad y otro poco de sentido común. En un concierto, en una obra de teatro o en una conferencia hay, por una parte, unos profesionales que están haciendo su trabajo y que deben ser respetados escrupulosamente. Si nos ponemos en lugar de los actores o de los músicos -es lo que hay que hacer siempre: ponerse en el lugar de quienes van a sufrir las consecuencias de nuestra acción- y nos imaginamos que en mitad de nuestro trabajo suena un móvil, creo que entenderemos fácilmente la falta de racionalidad y de humanidad que esto supone.

Pero no es sólo esto. Es que el espectador que no ha apagado su móvil no está solo en la sala -ni en el mundo-. Junto a él hay otros muchos espectadores que han pagado la entrada y que tiene derecho a vivir la obra en las mejores condiciones posibles, sin interrupciones evitables y sin ruidos que les desconcentren y les distraigan. Que suene el móvil en mitad de un espectáculo es una desconsideración de muy mal gusto hacia los trabajadores y hacia los espectadores.

Veamos que, pensando de esta manera, esta norma resulta claramente una norma moral.

En efecto, si yo estoy convencido de que hay que respetar a los demás y de que hay que evitar cualquier molestia innecesaria, me sentiré autoobligado no sólo a apagar el móvil, sino también a no hablar, a no hacer ruidos con los papeles de los caramelos y a evitar cualquier acción que interfiera negativamente en lo que se está haciendo allí entre todos.

Es también una acción incondicional, porque la razón por la que se apaga el móvil no nos beneficia a nosotros, sino a los actores y a los espectadores. No deja de ser sintomático de la actitud poco cultivada de quien no lo apaga, que no ponga los medios adecuados para disfrutar él mismo de la función en las mejores condiciones posibles. La acción de apagar el móvil cobra valor humano cuando se hace para no molestar. Entonces es incondicional. Quizá uno de los problemas de nuestra sociedad sea que no es frecuente que hagamos algo para no molestar a los demás, sino porque nos favorece a nosotros. Pero estas actitudes ya caen fuera de la moral y de lo humano y entran dentro de la selva.

Es también una acción claramente universalizable, en el sentido de que sería bueno que todos los espectadores lo hicieran. De hecho, cuando eso ocurre, todos -actores y espectadores- pueden gozar mucho más del espectáculo.

Como vemos, la ética no es más que el resultado de plantearse el hecho de que estamos en el mundo rodeados de personas y de cuál debe ser nuestra relación con ellas. Y esta relación es en algunos casos muy clara: o las respetamos -y actuamos como seres humanos- o no las respetamos -y actuamos como animales.

Te propongo que analices la siguiente norma para la próxima semana:
La mujer debe obedecer siempre a su esposo”

Ya me dirás lo que te parece y por qué.


martes, 18 de marzo de 2014

Lo que veo cuando miro. Insólito





Ha sido una visión insólita, fuera de lo común, con detalles de estampa antigua. Esta mañana fui a hacer la compra y, cuando volvía, me crucé con un joven que no iba mirando el teléfono móvil mientras andaba. Ni siquiera lo llevaba en la mano. Parecía ir contemplando la luz radiante y lo que pasaba en la vida. Incluso se me quedó mirando un momento y noté como que sonreía. Estoy seguro de que este chaval se siente inadaptado y que en más de una ocasión le deben de haber mirado y tratado como a un bicho raro. En fin, tiene que haber de todo en este mundo tan variado, pero como este tipo siga así, pronto lo tomarán por loco. Buenas tardes.

martes, 17 de septiembre de 2013

miércoles, 28 de julio de 2010

El móvil


Te quiero. Te quiero mucho. Pero ¿qué es lo que me mueve a quererte, el deseo de que seas tú feliz o la felicidad que obtengo yo viéndote feliz a ti?

sábado, 9 de agosto de 2008

El móvil y el automóvil


Hay tres maneras de resolver el asunto de si debo o no debo hablar por el teléfono móvil cuando voy conduciendo un automóvil.


Una es la del chulo antropomorfo. (Perdóname, lector, que hable de esta manera, pero no hemos venido a este blog a hacer juegos florales, sino a intentar comprender mejor y más claramente la realidad) Éste es un ser con apariencia humana, pero que no actúa como un ser humano, no llega al umbral de lo humano. Él, sin embargo, se cree superior a los demás y considera que puede hacer lo que le dé la gana, aunque con ello esté poniendo en riesgo la vida de los demás. Por eso su comportamiento es chulesco. Estos tipos consideran que si les apetece, pueden hablar por el móvil y fumar y cambiar de marcha y manejar el volante y saludar y rascarse las narices, todo a la vez, con sólo dos manos y una neurona.


Otra es la del obediente miedoso. Éste lo que hace es cumplir la ley porque tiene un cierto miedo a que lo pillen haciendo lo que no debe y le pongan entonces una multa. Este tipo actúa bien, pero es una especie de ingenio mecánico que hace lo que le dicen, aunque no comprenda nada.


Y la otra es la del ser humano, la del que sabe por qué no hay que usar el móvil cuando se conduce y actúa en consecuencia. Al hacerlo, es consciente de lo que hace, es él el que decide su actuación y no incide negativamente en nadie. Sólo éste me parece a mí que actúa como un ser humano.


Estas son tres maneras de conducir(se) por la vida.
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