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sábado, 17 de enero de 2009

Limpiando la mesa / 3 / La ley del talión


Me lo dijo una vez Antonio Campos, amigo de cuando teníamos veinte años y hoy catedrático de Histología de la Universidad de Granada: una de las secciones más interesantes de un diario es la de las Cartas al director. Creo que tenía razón porque para escribir algo que merezca ser leído en un periódico no hay por qué ser periodista.

Últimamente están apareciendo Cartas al director muy interesantes. Antes de tirar al contenedor azul El País del 8 de enero de 2009, pongo aquí una interesantísima que escribe el ciudadano de Madrid Agustín Ormazábal Lasa. Dice así:



Ojalá aplicara siempre Israel la ley del talión en sus actos. Este "ojo por ojo y diente por diente" que aparece en el Código de Hammurabi de hace ya 38 siglos y posteriormente en varios puntos del Antiguo Testamento no es una vía libre a la venganza, como muchas veces se cita en nuestra sociedad moderna. En su tiempo, esta ley tenía como objeto el limitar la venganza, es decir, si alguien te rompía un diente o te dejaba ciego de un ojo, no podías matarlo y quedarte con todos sus bienes, como al parecer debía de ser habitual, sino que esta ley limitaba la venganza "estrictamente" al daño producido, es decir, al agresor se le sacaba un ojo o un diente.
Parece triste que el pueblo de Israel, a través de sus gobernantes, lleve muchos años remontándose prácticamente a la edad del bronce y ya no respete siquiera la ley del talión. Así que ojalá Israel aplicara "estrictamente" la ley del talión. Para llegar a parámetros de justicia más modernos y a respetar los derechos humanos, habrá que esperar tal vez unos cuantos siglos más.





Creo que es muy interesante la reflexión del señor Ormazábal. Lejos de fomentar o facilitar la venganza, la ley del talión la limita. Podríamos decir, entonces, que la reacción más visceral, más bruta y menos humana de todas las posibles es la de la venganza. Es la que de vez en cuando y en nuestros días observamos cuando algún elemento da una paliza a alguien 'porque le ha mirado mal', o la de los que cortan las manos a los ladrones, o la de los que practican la violencia de género, o, sin ir más lejos, la que pone en práctica Israel con los palestinos.

El siguiente paso sería el de la ley del Talión, que intena evitar los excesos de una venganza descontrolada. Me resulta curioso el relativamente alto número de alumnos que defienden en clase la bondad de esta ley. Sólo comienzan a dudar cuando se les pone ante la posibilidad de que se les aplique a ellos.

El tercer paso sería el de separar la justicia de la venganza y restablecer el equilibrio dentro del marco del respeto a los Derechos Humanos. Todo esfuerzo por recalcar la importancia de los Derechos Humanos será poco. Se intenta así dotar de una cierta objetividad a la justicia, liberándola de las posibles influencias subjetivas que podrían confundir el restablecimiento de una sociedad vivible con un desahogo que podría desembocar en el disparate.

De todas formas, me gustaría que tú lector o lectora, que de manera tan amable has llegado hasta aquí, ofrecieras tu parecer sobre este asunto para matizarlo, opara enriquecerlo o para darle la vuelta. Gracias.

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miércoles, 3 de diciembre de 2008

¿En qué consiste actuar como un ser humano? / 3

Pues esto no es humano. En esto no consiste la noble tarea de vivir humanamente, de construir un mundo en el que podamos estar a gusto todos. Esto es, más bien, cosa de animales antropomórficos. Ni se puede tratar así a una mujer (no porque sea mujer, que tampoco, sino porque es un ser humano), ni se puede confundir la venganza con la justicia, ni se puede pretender que la violencia sustituya a la racionalidad. Todo esto que leemos en la prensa es un disparate y debería ser objeto de debate y de pensamiento en cada casa, en cada grupo de amigos y en cada aula.


Salió en El País del 1 de diciembre de 2008.




Sentenciado a la ceguera con ácido



Un tribunal iraní ha condenado a un hombre que dejó ciega a una mujer al arrojarle ácido a la cara a perder la vista de la misma forma. La
sentencia, que puede recurrirse, se ha pronunciado a instancias de la víctima, quien durante dos años fue tratada en España de las graves quemaduras que sufrió.

Según la prensa iraní, Majid Movahedí, de 27 años, atacó con ácido a Ameneh Bahramí en noviembre de 2004, cuando la muchacha, a la que
conocía de la universidad, rechazó su propuesta de matrimonio. "Quería que fuera mía para siempre", justificó el agresor, que no mostró
arrepentimiento.

"Sólo pido que el culpable corra la misma suerte que yo", manifestó por su parte Bahramí ante el tribunal. Aunque los cirujanos españoles lograron reconstruir su rostro, la mujer perdió la vista. Si la condena se ejecuta, Movahedí recibirá 20 gotas de ácido en los ojos porque a su
víctima le parece "salvaje" que le arrojen el líquido corrosivo como él se lo hizo a ella.

La justicia iraní, basada en la sharía o ley islámica, aplica la pena del talión en los casos de daños físicos intencionados y a instancias de la víctima, que puede perdonar el castigo a cambio de una compensación económica.

Las organizaciones de derechos humanos iraníes denuncian a menudo la crueldad de estas penas, que en los últimos años se han hecho más frecuentes. El sábado, el Tribunal Supremo suspendió una nueva
condena a lapidación pronunciada pocos días antes por un juez de Shiraz.
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