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miércoles, 5 de junio de 2013

La poesía y el lector





Por los poros de la vida mana la poesía. Por los de la muerte, el odio. La poesía nos ayuda a respirar, a sentir el aire fresco de la juventud, a gozar con el calor del amor, a vibrar con la dulzura del cariño, a emocionarnos con la alegría de la compañía, a llorar con el dolor de la realidad.

La poesía no puede oscurecer la visión de la realidad. El poeta no debe jugar a sentirse distinto, incomprensible, supuestamente superior y ajeno a la persona que lo lee. Es un juego absurdo al que sólo juega el que quiere jugar a ser poeta, porque en el fondo no lo es. El lector de poesía debe huir de la comodidad y debe esforzarse en comprender al poeta. La vida es demasiado compleja. ¿Cómo va a ser sencilla la poesía? La poesía está en el cruce de caminos entre el esfuerzo del poeta por mostrar la profundidad de lo que hay y el esfuerzo del lector por llegar a lo profundo y ver allí lo que sólo allí se ve. El poeta debe escribir de acuerdo con el ser humano que lleva dentro. El lector de poesía debe saber sacar fuera el poeta que lleva dentro.

Repasa lo que has hecho hoy. Fíjate en lo que te ha dejado más satisfacción. Quítale las circunstancias, los adornos, todo lo secundario. Quédate con su esencia, con lo más elemental, con la actitud con la que lo has hecho real. Ojala eso sea amor. Buenas noches.