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domingo, 7 de noviembre de 2021

Sudores fríos / 23: Diferencia



Las vicepresidentas Yolanda Díaz y Nadia Calviño, junto con el presidente Pedro Sánchez, todos de la izquierda española, debaten asuntos concretos que pretenden mejorar la vida de los ciudadanos de este país, como es el caso de las relaciones laborales. 

La presidenta de la Comunidad de Madrid Isabel Díaz Ayuso y el presidente del PP Pablo Casado, que pertenecen a la derecha española, se pelean entre sí, no por una medida concreta que afecte a la ciudadanía, sino por ver quién puede alcanzar el poder, que es su verdadero objetivo. 

Esta es la diferencia que tantos no ven entre la izquierda y la derecha: los primeros trabajan para la mayoría de los ciudadanos, y los segundos buscan el poder para aprobar leyes que les beneficien a ellos y sus amigos, los ricos.

jueves, 10 de mayo de 2018

Buenas noches. Miedos




En este país se ha fomentado el miedo a las palabras. Hay quienes oyen “marxismo”, “rojo”, “república”, “homosexual”, “igualdad” o “izquierda” y les empieza a hervir la sangre, a estirárseles el dedo índice y a no ver más que lo que les han dicho que hay que ver siempre. 

Buenas noches.


martes, 11 de octubre de 2016

Buenas noches. Ideas



Las ideas de derechas son fijas, inamovibles, definitivas. 

Las de izquierdas creo que deben estar en continua revisión, porque si no, es imposible evolucionar. 

Buenas noches.


martes, 16 de diciembre de 2014

Buenas noches. Iguales




Lo que no quieren es ser pobres, ni siquiera de la clase media. Quieren ser ricos en dinero, más ricos que nadie, pero también en poder, en privilegios, en prebendas. Quieren ser diferentes hacia arriba, porque no creen en la igualdad. La mayoría están en la derecha, pero también los hay en la izquierda. Nadie quiere ser igual a los otros. El problema para ellos es que, aunque no lo sepan, aunque no lo vean, aunque no lo miren, todos somos iguales. Lo demás son inventos interesados. 

Buenas noches.

viernes, 30 de agosto de 2013

Buenas noches. Abstención ¿para qué?





Todavía hay personas que, cuando ven que la situación de la sociedad y de la política actuales no les gusta, salen a las redes a proclamar a los cuatro vientos que en las próximas elecciones no van a votar, para que se enteren así de una vez estos políticos tan malos.

Esto me parece que es muy peligroso. Creo que los que no se enteran de lo que ocurre son estos abstencionistas, que amenazan con su actitud con seguir condenándonos a que gobierne la derecha. Tienen 4 años entre una votación y otra para montar todos los números que quieran, para convencer a los políticos y a los ciudadanos de lo que habría que hacer, para gritar a los cuatro vientos sus ideas, pero a la hora de elegir gobernantes, lo que hay que hacer es elegir gobernantes y no tener absurdas posturas testimoniales, como esa de la abstención. Es un error infantil, pero que está haciendo un daño terrible a la sociedad.

Creo que la cosa está muy clara. La derecha vota siempre porque tiene muy fuertes intereses económicos en juego y quiere que las leyes les favorezcan a ellos. Si la izquierda, en lugar de votar a alguien, por muy malo que sea, se queda en casa, volverá a ganar la derecha. Por eso estos neoliberales se frotan las manos con esas consignas tan estúpidas -por falsas y por reaccionarias- de que todos los políticos son iguales. Con eso se desmoviliza a la izquierda que mira al cielo y la derecha vuelve a ocupar el poder.

¿Tan difícil es esto de entender? ¿Tan difícil es ver que los ciudadanos pueden movilizarse durante cuatro años para que las cosas cambien? Buenas noches.

viernes, 26 de abril de 2013

Lo que veo





Antes de que fuera plasma, Rajoy tenía rostro y hablaba. Bramaba, más bien. Se alió con esa parte de España que piensa odiando y se defiende atacando por sistema. Esta derecha silvestre que encabeza Rajoy y que confunde los valores humanos con el dinero y el poder, sabe que ser de derechas es bastante fácil. Si te dejas llevar por tus impulsos más primarios, si te desligas de lo colectivo y si no ves más que tus propios intereses, tus ganas de tener dinero y tus delirios de grandeza, enseguida eres de derechas. Pero si, venciendo tu individualismo, se te ocurre pensar en que el mundo es de todos, que los derechos son de todos y que no deben existir los privilegios, si te pones a criticar tus deseos individuales y los intentas compaginar con los colectivos, entonces empiezas a ser de izquierdas. Ese paso que nos lleva a que lo de todos sea más importante que lo mío es lo que hace que la derecha odie a la izquierda, porque lo vive como un ataque personal, y hace que ni siquiera se digne reflexionar sobre lo colectivo, porque lo único que desea ver es lo suyo. “¿Y qué hay de lo mío?” van pensando siempre. Por esto el discurso bravucón, faltón, descarado, cotidiano e hiriente, pero mentiroso, interesado, falso e irrespetuoso de Rajoy durante ocho años caló entre unas gentes que no veían más que su propio problema y que en su rudimentario y simplón razonamiento creían que era verdad que la crisis la había generado Zapatero y que Zapatero y su partido eran los responsables de todo lo que estaba pasando. Decirles que España es España, pero también un país de la Unión Europea, y que una crisis de esta magnitud no la genera un político ni se puede arreglar en dos tardes era demasiado. Se creyeron fácilmente, en cambio, lo que les decía el mentiroso, sin saber lo que realmente defendía con ello. No se dieron cuenta de que al mentiroso el ciudadano le importa un comino, que lo que quiere es cambiar la sociedad a costa de los españoles -nunca los llama ciudadanos, porque cree que no deben tener demasiados derechos-, para que cuando amaine el chaparrón los negocios de los suyos puedan ser más rentables. Esta gente que le dio el voto a Rajoy, sin darse cuenta de que así se suicidaban, ahora siguen odiando y meditan si darle el voto en la próxima ocasión al grupo del inefable Tony Cantó o quedarse en casa, sin saber que en realidad eso puede representar otra forma de suicidio. La izquierda, por su parte, se ha quedado sin discurso, de la misma forma que la política ha perdido el poder en brazos de la economía o, mejor dicho, de los ricos. Al menos, podría restaurar los derechos sociales tan pisoteados por estos incultos ahora en el poder, pero las cosas están demasiado confusas y oscuras, y el sufrimiento de tantas personas cualquiera sabe por dónde va a salir. De momento, vamos a peor, estamos en manos de unos ineptos impresentables y la diosa Merkel se aprovecha de la ignorancia y de la terquedad de estos políticos del PP, creadores de ruina y destructores de toda humanidad.

lunes, 22 de octubre de 2012

La supuesta izquierda




He visto sólo por encima los resultados de las elecciones, pero cada vez tengo más la impresión de que en España hay una supuesta izquierda, que no se entera de nada, que cree que lo mejor es quedarse en casa y que, con una candidez que asusta, le entrega el poder a la derecha. A esta supuesta izquierda sólo le falta darle las gracias a la derecha por prestarse a gobernar. Es una izquierda supuesta, pero de hecho, yo creo que es una derecha real. La otra izquierda, la militante, anda con un bloqueo mental igualmente asustante. Ha envejecido lustros en un año y le ha entrado un reúma mental de mucho cuidado. Habrá que ver qué pasa estos días, pero aquí o tomamos el toro por los cuernos en breve o desaparecemos todos. Nunca viví una desmoralización de tal calibre en este país ni vi unos disparates tan enormes como los que estoy viendo ahora.

domingo, 7 de octubre de 2012

Mirando por la ventana. Ideologías




A la derecha, cuando no está en el poder, le gusta decir que las ideologías han muerto, que son cosa del pasado y que la izquierda es igual que la derecha, que todo es lo mismo. (Una de las características de la derecha es lo fácilmente que generaliza en cualquier situación) Pero cuando llega al poder es como si las ideologías resucitaran, especialmente la suya, y se esfuerza muy pronto en organizar la sociedad de acuerdo con ella.