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miércoles, 2 de marzo de 2016

El debate o lo que sea



Escribo estas líneas desde un cierto estado de preocupación. No entiendo muy bien lo que está ocurriendo en el Congreso de los Diputados ni las reacciones que está provocando entre bastantes ciudadanos de izquierda.

El 20 de diciembre hubo elecciones. Antes de que votáramos, cada partido expresó libremente su postura ideológica, su manera de entender la organización política que debería tener España y sus recetas para enderezar la vida pública en nuestro país. Se defendieron proyectos neoliberales, socialistas, comunistas, radicales, conservadores, animalistas, de derechas, de izquierdas y de todo tipo. Cada partido lo hizo con la vehemencia que quiso, con la fuerza que pudo y con la convicción de la que fue capaz.

Y votamos. Y salieron unos números que expresaban el deseo de los ciudadanos. A partir de entonces, de lo que se trataba era de intentar gobernar el país entre los partidos que habían sido elegidos por los ciudadanos. Naturalmente, ninguno de los partidos elegidos podía renunciar a toda su ideología, a todas sus propuestas, pero tampoco creo que podía exigir ninguno de ellos que las suyas fueran ineludiblemente aceptadas por los demás. No creo que pueda admitirse que, en la situación actual del Congreso de Diputados español, haya una especie de minorías absolutas, de grupos cuyo programa sea irrenunciable, ni por ser de izquierdas ni por ser de derechas.

Me parece que lo que la situación actual requiere es que los partidos de derechas dejen de ser algo de derechas y los de izquierdas cedan algo en su izquierdismo, para que se pueda alcanzar un acuerdo de gobierno que, sin satisfacer plenamente a todos, permita que todos puedan ser gobernados razonablemente.


Esta debería ser la misión de los 350 diputados del Parlamento actual. Y si no son capaces de alcanzar ese acuerdo y de lograr un gobierno, que es lo que la ciudadanía les ha encomendado, que lo reconozcan. Si hay que ir a una nuevas elecciones porque estos políticos no han sido capaces de realizar su trabajo, se va, pero entonces, que en esa nueva convocatoria renuncien a presentarse todos los candidatos actuales. Todos, sin excepción.

martes, 1 de marzo de 2016

Después del discurso



Por lo que he oído a miembros de Podemos después del discurso, Pedro Sánchez ha estado fatal, sin nada positivo que destacar. El discurso no ha tenido ningún valor y lo único que merece la pena es lo que va a decir mañana Podemos. Tengo la impresión de que tienen pocas ganas de pactar y ninguna actitud proclive a ello. Cuando no se detecta ni el menor detalle positivo, a mí me huele a vieja política, a democracia débil.