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sábado, 28 de octubre de 2017

Buenas noches. Emociones



Hay aficionados al fútbol a quienes, en realidad, no les gusta el fútbol, sino que gane su equipo. Por eso van al estadio o al campo cubiertos de bufandas, camisetas y banderas que los identifiquen con quienes 'sienten' los colores de ese equipo. Se trata, fundamentalmente, de sentir, porque si su gozo fuera algo más racional, serían capaces de vibrar, por ejemplo, unas veces con la calidad del juego del Madrid y otras, con la que genera el del Barça, y no suele darse ese caso. Es una fuerte experiencia emocional la que desean tener.

Lo mismo ocurre cuando en el teatro o en el cine nos identificamos con un personaje determinado. Si este personaje sufre, lloramos con él; si tiene una gran alegría, nos alegramos con él. En ambos casos cedemos nuestra propia vida al personaje, que se apodera de nuestro corazón y hace que, aunque no lo deseemos, nos embarquemos emotivamente en un mundo que no es el estrictamente nuestro. Tanto en el fútbol como en el cine, cuando estamos tan identificados con el personaje o con el equipo, no estamos en situación de reflexionar, sino de sentir, de emocionarnos.

Cuando hacemos uso de una bandera nos situamos en una posición similar. Nuestro razonamiento queda en suspenso y nos sumergimos en el mundo exclusivo de los sentimientos y de las emociones. Queremos, entonces, que venza lo que nuestra bandera representa y que lo que las otras banderas simbolizan quede vencido. Tienen mucho más sentido las banderas en un mundo militar que en uno civil. A mí me parece que sería deseable que fuéramos capaces de pensar y de emocionarnos, pero sin banderas. 

Buenas noches.

viernes, 27 de mayo de 2016

Buenas noches. Mi error



Estaba equivocado. Yo creía que los personajes públicos, especialmente los que aparecen por televisión, educaban a la ciudadanía, le suministraban valores, criterios y pautas de actuación y que, en cierta manera, modelaban la conducta de quienes les escuchaban. 

Ahora me doy cuenta de que no es exactamente así. No es que esto que digo no ocurra, sino que es demasiado simple, y las simplificaciones nos suelen alejar de cualquier visión certera. 

La realidad, como todo, funciona dialécticamente, es decir, que no es sólo que los personajes públicos influyan en los ciudadanos, sino que estos ya están, a su vez, funcionando de esa manera y ven un reflejo de sus valores en el personaje público con el que se identifican. Éste, a su vez, intenta conectar con esos valores de los ciudadanos para lograr tener una clientela fiel. Ambos se influyen mutuamente. 

Por ejemplo, no es sólo que un político corrupto o prepotente colabore a crear ciudadanos corruptos o prepotentes, sino que en la sociedad ya hay ciudadanos que ven bien la corrupción o la prepotencia y que se identifican con los respectivos políticos, quienes siguen actuando como tales, porque, además de satisfacer sus propios intereses, saben que así se aseguran una clientela fiel. 

Y, mientras tanto, la ética desechada en algún rincón. 

Buenas noches.



viernes, 10 de enero de 2014

viernes, 12 de octubre de 2012

Mirando por la ventana. Aplauso




A veces sentimos la necesidad de identificarnos con algo interesante, de sentirnos al lado de quienes creemos superiores, de proyectar nuestras carencias sobre quienes parecen hacer gala de no tenerlas. Es una situación muy peligrosa porque la sociedad está llena de ignorantes que hablan mucho, de encantadores de serpientes y de gente que dice cosas indescifrables y absurdas, pero que puede que nos suenen como si fueran las grandes verdades por fin encontradas. Es muy fácil confundir un conjunto de palabras rimbombantes y bien sonantes con alguna idea con sentido y con un contenido razonable. Hay que informarse muy bien antes de dar el aplauso.

jueves, 31 de julio de 2008

Identidades

Nací en La Isla de San Fernando, en Cádiz, un lugar agradable al que me gusta volver de vez en cuando a tomar contacto con personas, con lugares y con sabores conocidos desde la infancia. Me siento isleño y gaditano, pero, a pesar de ello, no siento ninguna necesidad vital de identificarme con esta tierra.

Soy, consecuentemente, andaluz, y me gusta mucho visitar y vivir las ciudades andaluzas, disfrutar de alguna de las formas de ser que se dan allí, de sus fiestas y de sus alegrías. También quiero estar atento a sus problemas, pero tampoco siento ninguna necesidad vital de identificarme con lo andaluz.

Vivo en Madrid y voy con mucha frecuencia a León, pero tampoco siento ninguna necesidad vital de identificarme ni con lo madrileño ni con lo leonés.

Mirando desde un poco más arriba, soy español y soy europeo y soy occidental. Soy también del sur de España y de Europa y del norte del planeta, pero no siento ninguna necesidad vital de identificarme ni con naciones ni con continentes ni con puntos cardinales.

Mi piel es blanca, aunque en verano en la playa se vuelve un poco más oscura, pero tampoco siento la necesidad vital de identificarme con los que tienen la piel del mismo color que la mía.

Soy hombre, varón, pero no me siento con la necesidad de identificarme con los varones, ni mucho menos con los que profesan esa suerte de disparate existencial y criminal que es el machismo.

He sido bautizado, confirmado y variadamente sacramentado en la Iglesia Católica, pero no siento ninguna necesidad vital de identificarme con ella ni con ninguna otra religión. Ni siquiera siento la necesidad de identificarme como ateo. En todo caso y, si no hubiera más remedio, me reconocería como agnóstico, pero dejaría de hacerlo enseguida ante el menor inconveniente.

Entiendo que haya personas que sí sientan la necesidad vital de identificarse con todas o con algunas de estas características, pero yo no experimento nada de esto. Es más, dicho sea con todo el respeto hacia estas personas, aunque no hacia sus opiniones, hacerlo me parecería un signo innecesario de debilidad y de provincianismo mental.

Lo que sí me siento es ciudadano del mundo y, además, tengo una enorme dificultad para detectar y reconocer fronteras de todo tipo. Y me siento también, y sobre todo, un proyecto de ser humano. Sí tengo la especial necesidad de conocer lo que significa un ser humano, de saber actuar como lo debería hacer un ser humano y de colaborar a crear un mundo que pueda denominarse un mundo humano. Quiero ser un ser verdaderamente humano. Esta es mi verdadera y única identidad.

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