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viernes, 27 de mayo de 2016

Buenas noches. Mi error



Estaba equivocado. Yo creía que los personajes públicos, especialmente los que aparecen por televisión, educaban a la ciudadanía, le suministraban valores, criterios y pautas de actuación y que, en cierta manera, modelaban la conducta de quienes les escuchaban. 

Ahora me doy cuenta de que no es exactamente así. No es que esto que digo no ocurra, sino que es demasiado simple, y las simplificaciones nos suelen alejar de cualquier visión certera. 

La realidad, como todo, funciona dialécticamente, es decir, que no es sólo que los personajes públicos influyan en los ciudadanos, sino que estos ya están, a su vez, funcionando de esa manera y ven un reflejo de sus valores en el personaje público con el que se identifican. Éste, a su vez, intenta conectar con esos valores de los ciudadanos para lograr tener una clientela fiel. Ambos se influyen mutuamente. 

Por ejemplo, no es sólo que un político corrupto o prepotente colabore a crear ciudadanos corruptos o prepotentes, sino que en la sociedad ya hay ciudadanos que ven bien la corrupción o la prepotencia y que se identifican con los respectivos políticos, quienes siguen actuando como tales, porque, además de satisfacer sus propios intereses, saben que así se aseguran una clientela fiel. 

Y, mientras tanto, la ética desechada en algún rincón. 

Buenas noches.