Esta es mi opinión hoy.
Mañana, si aprendo algo nuevo, es posible que la matice.
Es muy difícil ser feliz.
Ser feliz no es comer en un
buen restaurante, vestir ropas caras
o vivir en una gran
mansión. Eso es hacer cosas agradables, pero la felicidad no
consiste, ni mucho menos, en tener o hacer cosas. Ni siquiera en
tener dinero.
Ser feliz no es estar todo
el día de risas o de juerga. Una señora decía un día en un puesto
del mercado mientras lanzaba un chistecito: “El cachondeo es lo que
me da a mí la vida”.
Ser feliz no es huir, pasar
de todo o escaparse de la vida hacia territorios agradables o
dormitivos. No es estar en alguna droga, ni centrarse en el fútbol,
ni siquiera ocuparse compulsivamente en la lectura o en la música.
Ser feliz es encontrarle un
sentido a la vida que vivimos, es tener una respuesta satisfactoria a
la pregunta de para qué vivo, para qué asunto que considero
importante vivo, es tener claro que un ser humano es algo que se va
haciendo cada día en su relación con los demás seres humanos, y
que esa relación es de tal manera que nuestra humanidad va creciendo
y el mundo va mejorando.
La felicidad tiene siempre
un matiz colectivo. Nadie puede ser feliz de manera individualista,
sin ocuparse de la felicidad de los demás. Quienes pretenden ser
felices así, solo preocupados de sí mismos, no saben lo que es la
felicidad y la confunden con el tener cosas o refugiarse a cada
momento en la diversión. Creo que no se puede ser demasiado feliz
mientras haya seres humanos que no lo sean, sobre todo en nuestro
entorno cercano.
La felicidad no se busca. No
me imagino qué podríamos hacer para buscar la felicidad. Conozco a
muchas personas que se han hecho el firme propósito de ser felices y
que no lo han conseguido. Lo intentan denodadamente, casi
ridículamente, pero con resultados escasos.
A la felicidad no se llega
por el camino del egoísmo.
La felicidad es la
consecuencia no buscada de nuestros actos, cuando estos buscan que en
el mundo crezca la humanidad y mejoren las vidas de quienes viven en
nuestro entorno y, a ser posible, de todos.
Nada es, todo va siendo. No
se es humano, se va siendo humano o se va permaneciendo en estado de
brutalidad. No se es feliz, se va siendo feliz o se va manteniendo
uno en estado de ignorancia, sin acabar de entender, que la felicidad
es un regalo no buscado, que no hemos venido a este mundo a ser
felices, sino a construirnos como seres verdaderamente humanos y que
solo con este objetivo aparecerá, sin buscarlo, ese estado vital
satisfactorio que llamamos felicidad.