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miércoles, 12 de octubre de 2011

sábado, 8 de octubre de 2011

Las mañanitas del PP



Estas son las putaditas
que nos va haciendo el PP,
que si no lo remediamos,
va a gobernar otra vez.

Despierta, hombre, despierta,
mira lo que va a pasar,
que por lo que haces ahora
luego tendrás que pagar.

Privatizan, privatizan,
privatizan y ya está,
y lo que hemos conseguido
ya te lo van a quitar.

Despierta, mujer, despierta,
mira lo que va a pasar,
que por lo que haces ahora
luego tendrás que pagar.

La educación, la medicina, el agua
y yo qué sé más,
todo irá privatizado
y tú dispuesto a pagar.

Despierta, hombre, despierta,
mira lo que va a pasar,
que por lo que haces
ahora luego tendrás que pagar.

Como no reacciones pronto
esto es lo que va a pasar,
que el PP en el gobierno
es muy duro de llevar.

Despierta, mujer, despierta,
mira lo que va a pasar,
que por lo que haces ahora
luego tendrás que pagar.

Pero despierta yaaaaa. Riiiiiiing. Riiiiiiing.

jueves, 6 de octubre de 2011

Los recortes en educación, esos que dicen que no existen


¿Huelgas o manifestaciones?




Me parece claro que el objetivo principal de la política educativa de las administraciones del PP es el desmantelamiento y el debilitamiento de la enseñanza pública para proceder a su privatización, cosa que presentarán, no como su real conversión en un negocio rentable ideológica y económicamente, sino como el remedio necesario para mantener una enseñanza a la que puedan acceder todos, etc., añadiendo aquí toda la sarta de falacias con que suelen encubrir esta maniobra.

Este objetivo lo tengo claro. Lo que ya no tengo tan claro es cuál es la mejor manera de luchar contra esta estrategia tan burda y tan dañina para los ciudadanos. Hasta ahora creo que hay dos procedimientos para articular esta necesaria reacción: las huelgas y las manifestaciones en la calle. Me parece, aunque algo me hace no estar seguro del todo, que las huelgas no son el procedimiento más eficaz, en las circunstancias actuales, para salvar la escuela pública. La estrategia de los políticos del PP pasa por crear una mala imagen de la enseñanza pública, en donde cualquier detalle de calidad esté ausente: hablan de profesores vagos, dan pocos fondos, obligan a dar afines a profesores que no siempre están capacitados para ello, etc. En este contexto, las huelgas, las decisiones de no hacer actividades extraescolares, las propuestas de aprobados generales y las medidas de este tipo pueden, en el fondo, colaborar, a los ojos de los padres, a crear esa imagen sin remedio de la enseñanza pública que quiere el PP. Hay muchos ciudadanos que entienden que la educación debe ser pública y que debe tener calidad, pero si entre unos y otros destrozamos la visión que los padres tienen de ella, ¿no corremos el riesgo de que poco a poco los alumnos vayan desviándose hacia la concertada o hacia la privada, huyendo de una enseñanza pública demasiado deteriorada? Mi temor es que, si además de los recortes que nos impone el PP y que perjudican gravemente la educación pública, nosotros la dañamos más con huelgas al estilo tradicional, no sé si al final vamos a conseguir algo positivo o, por el contrario, vamos a empeorar la situación.

Lo cual no quiere decir, ni mucho menos, que haya que quedarse de brazos cruzados. Sería mucho más partidario de las movilizaciones en la calle. No se daña con ellas la educación de los alumnos, que no tienen la culpa de tener estos gobernantes tan chatos de mente, se expresa de manera clara una protesta y se hace que todo el que contempla la manifestación se plantee el tema. Posiblemente le haga más daño a la administración una manifestación que una huelga. Y le sale también más cara, porque el dineral que se están embolsando con las huelgas seguro que no va a revertir en la educación. Más bien financiarán alguna propaganda o se la entregarán a la privada, vete a saber.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Lo que queda también se llama esperanza




Pasaba yo hoy por delante de un Instituto de Enseñanza Secundaria, de cuya verja exterior colgaban multitud de lazos verdes, como restos de las últimas batallas, y me preguntaba por la imagen que los ciudadanos se habrán hecho del trato que el peligroso tándem Aguirre-Figar, en Madrid, y otros gobernantes del PP en distintos lugares le están dando a la enseñanza pública.

Yo creo que las personas nos solemos hacer dos tipos de imágenes de lo que ocurre a nuestro alrededor. El primer tipo de imagen es fundamentalmente racional y lo consiguen aquellas personas que intentan reflexionar y comprender lo que pasa. Intentan, para ello, descubrir todos los elementos que intervienen en un suceso, procuran relacionarlos con el contexto en el que aparecen y tratan de descubrir el porqué de una medida o de una actuación, el cómo de una resolución y las consecuencias que van a tener sobre los ciudadanos las decisiones tomadas por quienes deban tomarlas. Esta actitud suele dar lugar a imágenes complejas, trufadas de argumentos comprensibles, y a ciudadanos con mentalidad crítica y madura, propias de seres humanos adultos. El segundo tipo de imágenes es menos elaborado que el anterior y parece construido no con la razón, sino con una especie de fe, más o menos inquebrantable, que algunos ciudadanos tienen en sus políticos de confianza. Hagan estos lo que hagan y digan lo que digan, sus seguidores aceptarán sus designios sin rechistar, pero también sin enterarse demasiado de lo que significan. Vistos los desmanes que, en concreto, el tándem madrileño está perpetrando, parece lógico pensar que sus intenciones van dirigidas a los que interpretan la realidad de la segunda manera antes citada.

Sus objetivos también están claros. El fundamental de ellos parece que es el de destrozar como sea la enseñanza pública, haciendo que los ciudadanos adictos a su cuerda se formen la imagen de que tiene graves carencias y que no sería acertado, por tanto, enviar a los hijos a este tipo de enseñanza. Esto lo intentan conseguir dando palos sin ton ni son y a diestro y a siniestro, sobre todo a esto último. Un día descalifican a los profesores en bloque, tildándolos de vagos y de amantes del poco trabajo. Otro día lanzan patadas alevosas contra todo aquél que osa discrepar de su visión gruesa de la realidad, confundiendo a los profesores con sindicalistas o con socialistas o refiriéndose a ellos con un tono ordinario y grosero como “los de las cejas”.  Luego, en un alarde de bajeza en el trato a los ciudadanos, a los que acostumbran a dirigirse como si fueran tontos, cuentan el número de manifestantes que expresan su postura contraria a sus ciegos mandobles y, mientras los observadores neutrales hacen uso de instrumentos adecuados y llegan a la conclusión de que han sido 40.000, ellas, para que quede claro que tampoco saben contar, dicen con desparpajo, designación misericordiosa de la desfachatez, que son 5.000 y se quedan tan frescas. Algunos ciudadanos, inmersos en la crisis y sin demasiado interés ni demasiados medios para informarse seriamente de la cuestión, oyen que hay recortes y que hay que eliminar gastos y puede que acepten sin rechistar que éstos se apliquen a lo más importante que tiene la sociedad para construir un futuro digno, libre, igualitario y humano, que es la educación. Como no suelen acceder a fuentes de información adecuadas, ignorarán, por ejemplo, las graves carencias, provocadas por las medidas de estas señoras y su grupo de gobernantes ciegos, producidas en el desarrollo de la enseñanza en los Institutos. Aunque éstas aparentemente vayan contra los profesores, en realidad van contra los alumnos, que saldrán peor formados de las aulas, cosa que también persiguen, para evitar así la proliferación de mentes críticas que puedan volverse contra ellas. 

Ignorarán también los ciudadanos no avisados, que el hipotético interés por el ahorro no consiste en no contratar a profesores interinos, sino en mantener en sus casas cobrando, pero sin trabajar, a un número considerable de profesores en expectativa de destino, es decir, de funcionarios que reciben su sueldo, pero a los que no se les ha adjudicado aún un lugar de trabajo. Como se comprenderá fácilmente, esto ni es ahorro ni es nada sensato, sino improvisaciones brutas, tomadas por quienes no conocen lo que se traen entre manos y no saben gestionar la sociedad a la que quieren gobernar, pero que crean entre su clientela una imagen distorsionada y muy eficaz.

¿Y para qué quieren destruir la enseñanza pública? Pues, por una parte, como se ha dicho ya, para eliminar la posibilidad de formar ciudadanos racionales y críticos. La enseñanza concertada y la privada está en manos de la Iglesia y de los negociantes del ramo y ya se encargan ellos de formar adictos, ciudadanos alegres en la fe y fáciles en el interés por la obtención de beneficios al precio que sea. Y, por otra, para facilitarles el trabajo a los negociantes de los servicios públicos. En sus metálicas mentes neoliberales no cabe que un servicio público no pueda generar riquezas para los particulares. Por eso regalan terrenos, hacen leyes, abren desgravaciones y asestan golpes como el de estos días a la enseñanza y como los que luego endosarán a la sanidad. Su método es hacerse cargo del gobierno de lo público para destrozarlo y privatizarlo todo. Que el reino de España se transforme en España S.A.

De paso, si se le puede echar la culpa de lo que hacen a los adversarios políticos, a los que tratan como enemigos de todo, pues mejor. Así, no es que la enseñanza esté mal porque las medidas que han tomado ellas son absurdas y negativas, sino porque los socialistas hicieron unas leyes que, según pontifican, son absolutamente malas. Los ciudadanos no protestan porque ven sus derechos en peligro, sino porque son convocados por los socialistas que quieren conseguir votos. Son maniobras burdas, basadas en el interés propio, en la mentira y en el vale todo, que intentan crear una imagen demonizada del adversario, pero muchos ciudadanos no se dan cuenta de ello y así nos va.

Y por debajo de todo esto hay un objetivo oscuro, como una cueva en la que las palabras suenan con un extraño y misterioso eco, o como un apetitoso bombón que escondiera una fruta podrida mezclada con un veneno maloliente. Es el deseo de poder. Es el gobierno  entendido no como un servicio a la colectividad, sino como un ejercicio de poder, de mando, que alguien necesita ejercer para sentirse vivo. “Que quede claro que aquí mando yo”, parecen decir estas señoras, especialmente la mayor de ellas, cada vez que habla. “Y como mando yo, aquí se hace lo que yo digo, y punto” es lo que podría deducirse de sus expresiones cuando hacen un disparate como este de la educación, sin tener conciencia de lo que realmente están haciendo (o, quizás, sí), sin medir sus posibles consecuencias, sin tener en cuenta el mal que generan. Gobiernan como si los ciudadanos fueran críos que juegan con soldaditos de plástico y con fuertes apaches de madera. Lo que dicen, lo que hacen, lo que quieren parece tan alejado de lo humano que no se entiende muy bien cómo siguen estando en donde están.

Alguien podría pensar que en un momento de lucidez un rayo de luz entrara en sus mentes, una lectura sugerente, la visión de algún alumno con ganas de estudiar, o la de un profesor trabajando un fin de semana en su casa o, incluso, una iluminación divina podrían hacer caer a estas señoras de su caballo ideológico.  Pero, por lo que se ve, tan afortunado acontecimiento parece imposible que llegue a producirse. Un aluvión de votos las apearía, al menos, del poder, pero también esto se queda dentro del campo de la ficción. No es probable que a la derecha le entren ganas de salir de su ignorancia, porque intuye que entonces le aparecería el miedo. Tampoco la supuesta izquierda parece que tenga muchas ganas de despertar. Y para colmo, lo único que nos queda también se llama esperanza.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Esperanza Aguirre, también contra la enseñanza no pública



No salgo de mi asombro al contemplar el grado de ignorancia del que hace gala la Sra. Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid, cuando se refiere a la educación. O no se entera de la realidad o el interés neoliberal por el negocio y las privatizaciones le tienen obnubilada la mente.

Acaba de decir ahora que en la concentración de ayer ante la Consejería de Educación de Madrid “algunos no eran profesores”. Pero Sra. Aguirre ¿aún no se ha enterado usted de que el fondo de la protesta es evitar tanto la degradación de la enseñanza, que afecta a toda la sociedad, como la eliminación de miles de puestos de trabajo? No entiendo cómo usted, que ha sido nada menos que Ministra de Educación, al parecer aún no sabe que cuando se habla de educación se entiende que ésta es un sistema, es decir, un conjunto de diferentes elementos que interaccionan entre sí. ¿No sabe aún que en el sistema educativo, además de los profesores y los alumnos, están los padres, las autoridades, los ciudadanos, también los sindicatos, los medios de comunicación y un montón de elementos más? Es lógico que todos estuvieran en la concentración porque la educación nos afecta a todos, Sra. Aguirre, a todos los ciudadanos, no sólo a los profesores ni a los negociantes de la educación que esperan anhelantes la caída de la enseñanza pública a manos del poder público del PP.

¿Por qué tergiversa usted tanto últimamente la realidad? ¿No le da apuro enviar a la sociedad mensajes tan interesados, tan gruesos, tan falsos? Sabemos que es usted firme partidaria del “todo vale”, pero ¿hasta dónde lo quiere llevar sin que chirríe su conciencia o la de los ciudadanos afectados?

El colmo de su ignorancia, real o interesada, pero que parece nerviosa, es que se contradice usted de manera escandalosa. Ahora dice, según Europa Press, que “clases antes dadas por interinos "las van a impartir profesores titulares" que han obtenido su plaza por oposición. "Mejora la calidad de la enseñanza", ha concluido.” Sra. Aguirre: si los que han sacado una oposición son los que mejoran la calidad de la enseñanza, vaya usted desmantelando la enseñanza privada y la concertada. En ella no ha sacado la oposición nadie y, por lo que usted dice, la calidad de la enseñanza no debe andar muy bien. De sus palabras se deduce que su labor está consistiendo en fomentar la enseñanza de mala calidad y en desmantelar la buena. Excelente resultado para un político y para los ciudadanos.