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domingo, 3 de marzo de 2019

Buenos días. Dolor




—He aprendido a saludar por la mañana al dolor y a despedirme de él por la noche —me dijo. 

Me pareció una persona sabia. 

Buenos días.


viernes, 2 de febrero de 2018

Buenos días. Pequeñas



Hay cosas pequeñas que duelen más que las grandes. 

Buenos días.


viernes, 3 de noviembre de 2017

Buenas noches. Soledad



Hay una soledad que puede llegar a doler, pero también hay otra que da mucha libertad. 

Buenas noches.


lunes, 6 de marzo de 2017

En pocas palabras. Aforismos. Sobre el tiempo


El tiempo limita al norte con el nacimiento. Al este, con las personas. Al oeste, con las ideas. Y al sur, con la muerte.


Todos los minutos tienen sesenta segundos, pero no duran lo mismo para todas las personas.


El placer y el dolor pueden abarcar el mismo tiempo, pero no duran igual.


Disponible ya la segunda edición de En pocas palabras. Aforismos, de Manuel Casal, en 

http://espacioulises.com/libreria/en-pocas-palabras-aforismos-de-manuel-casal/

lunes, 12 de diciembre de 2016

Buenos días. Equivocaciones



A veces nos equivocamos y, con ello, generamos dolor en nosotros y en los demás. 

Aceptar el error, buscar la manera de aliviar el dolor y no hacer de ello una tragedia me parece que son buenos pasos. 

Buenos días.

domingo, 28 de febrero de 2016

Buenas noches. Tiempo / 2



El tiempo se sitúa entre la aparición de la felicidad y su cese, entre la irrupción del dolor y su terminación. 

Buenas noches.


sábado, 12 de septiembre de 2015

Buenas noches. Dolor




Hay tanto dolor en el mundo que el silencio se hace cómplice y la pasividad se convierte en culpable. 

Buenas noches.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

martes, 13 de mayo de 2014

domingo, 6 de octubre de 2013

Buenas noches. Amigas





Son todas amigas. Unas han tenido que acostumbrarse, a su pesar, a convivir con la enfermedad y con el dolor. Otra ha tenido que hacerlo con una situación laboral difícil y en muchos aspectos adversa. Las admiro. Las admiro profundamente. A veces podemos elegir lo que queremos hacer en la vida, pero casi nunca podemos hacerlo con lo que la vida quiere hacer con nosotros. Y acostumbrarse a la fatalidad con entereza es propio sólo de personas grandes y generosas, que saben encontrar y valorar en la vida cosas, personas y circunstancias que están por encima de su propia adversidad.

Estas situaciones a mí me generan una situación de profunda impotencia, aunque seguramente no tan grande como la que puedan sentir estas mismas personas. En todo caso, no me dan ninguna pena. La pena se siente cuando alguien no puede reaccionar ante la adversidad o no es capaz de sobrellevarla. No es ese el sentimiento que despiertan en mí, sino, más bien, una fuerte reacción de solidaridad, de estar con ellas aunque yo no pueda hacer nada, de disponibilidad por si acaso, de compañerismo en la lucha por la vida, en donde cada cual tiene su propia batalla, y también de cariño. La valía personal no la rompe el dolor. Mi admiración por ellas me lleva a quererlas. No hablo de meros sentimientos, que también, sino de querer que estén en mi mundo, de intentar cuidarlas en la medida de lo posible, de procurar mimar sus estados de ánimo, de intentar reconfortar un poco sus vidas.

Sabéis que os quiero. Buenas noches.