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lunes, 10 de septiembre de 2012

Empieza el curso




Comienza otro curso escolar. Tal como está todo el sistema educativo, tan destrozado y tan lleno de carencias, creo que existe el riego de que cada vez los alumnos se adormezcan más, entiendan menos, no aprendan a ser críticos y no alcancen el nivel de desarrollo como seres humanos plenos al que tienen derecho. El dinero y los poderosos sólo miran a los ricos. Los demás, según el plan, deben ser dóciles, obedientes, sordos, mudos e ignorantes.

Pero tú, profesor, profesora, no tienes por qué aceptar este camino degradante que nos imponen. Estás en malas condiciones laborales, profesionales y, probablemente, anímicas, pero procura que esto no sea una excusa. Te invito a que te mantengas despierto y a que intentes despertar a los compañeros, a los alumnos, a los padres, a todo el que puedas.

No te olvides de que a pesar de la lata que dan y del poco interés que tienen hoy, en general, los alumnos, lo que tienes en clase es un grupo de seres humanos, un conjunto de personas. No generalices, porque cada uno de ellos es un mundo. Cada alumno, cada alumna es un futuro por construir, en el que tú, desde el presente, tienes mucho que decir.

La enseñanza está llena de problemas de todo tipo, pero -piénsalo, te lo ruego- lo verdaderamente importante son los alumnos, cada uno de los alumnos. El mundo de la enseñanza tiene que girar alrededor de cada uno de los alumnos. Si no estás convencido de esto, no creo que le veas mucho sentido a lo que hagas. A lo largo del curso tendrás que tomar un montón de decisiones, en el aula y fuera de ella. Nunca te olvides, por favor, de que lo importante son los alumnos, no los profesores, ni el inspector, ni la administración ni ninguna de las circunstancias adversas, sino los alumnos.

Lo que la sociedad le pide hoy a un profesor creo que es que sea un buen profesional y que ayude a construir personas que puedan vivir en un mundo democrático. No te excuses diciendo que tú eres de ciencias o que son los padres los que tienen que educar. Esto último es verdad y habría que hablar mucho de este problema, pero procura ser consciente siempre de una cosa. Puede que emplees mucho tiempo en explicar un teorema o en que entiendan la idea de justicia de Platón, pero de ambas cosas probablemente se olvidarán. Lo que recordarán muy bien será el estilo humano del profesor, la manera en que los trataste, la visión del mundo que sin darte cuenta les mostrabas, porque es en la que creías. Tienes que ser delante de ellos una persona con valores humanos, sociales y democráticos. Eso es lo que hace grande y, a la vez, difícil la labor del profesor. Los alumnos no son tornillos ni pollos de corral, sino personas. Y tú también eres una persona. En un aula, se quiera reconocer o no, no hay profesores y alumnos, sino personas.

Desde una sociedad compleja, maltratada, dormida y muy necesitada, aunque un buen número de ciudadanos no lo sepa, me atrevo a pedirle desde aquí a los profesores, tan maltratados, pero tan necesarios, que sean personas, verdaderos seres humanos, con sus alumnos para conseguir que los alumnos puedan terminar siendo personas con ellos y con todos los demás.

Mucho ánimo, mucha comprensión, mucho cariño y mucha suerte a todos.