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domingo, 18 de febrero de 2024

El caos

 



Hay quien dice, y creo que es cierto, que se están perdiendo los valores, que se vive de la manera que sea más agradable para cada individuo, que el otro no existe, que solo vale el capricho y la ocurrencia de última hora que le vengan bien a quien los tiene.

A mí me parece que la degradación humana que supone todo lo anterior es un poco más profunda que lo que pueden dar a entender las anteriores palabras. Los valores no son algo que afecte solo a lo sensible, a los sentimientos, y acaben ahí. La solidaridad no es únicamente el sentimiento que nace en mí por que a mí me dé pena la situación en la que vive una persona y nada más. Puede que nazca así, pero lo que da humanidad, sentido y fortaleza a una respuesta solidaria no son los sentimientos, sino la racionalidad que me hace entender que todos somos iguales, que todos tenemos los mismos derechos, que si alguien está viviendo una situación difícil para él, nosotros, si honestamente sabemos y podemos, debemos estar pendientes y ofrecernos a ayudarle, si pide esa ayuda o hace pública su necesidad. Lo sensible y lo sentimental producen limosnas, palabras bonitas, aunque huecas, o excusas baratas. Los valores bien racionalizados ofrecen actitudes que se traducen en actos concretos, de los que se sabe no solo las razones por las que se hacen, sino por las que se deben hacer. Es esta racionalidad la que hemos expulsado de nuestra práctica común, además de los valores. Y con ella la conveniencia y la necesidad del ser humano de preguntarse siempre ¿por qué pienso lo que pienso?, ¿por qué digo lo que digo? y ¿por qué hago lo que hago? Así, con esta desgraciada expulsión, se prescindió de la ética y así surgió este caos cruel.

viernes, 9 de febrero de 2024

La nueva naturalidad

 



-Yo hago lo que me da la gana, ni más ni menos. No acepto que nadie me dé órdenes, sobre todo si no lo conozco. Me visto como me da la gana, y a quien no le guste que se joda. A veces alguien me da la vara con las normas. No existen las normas. Eso que llaman normas no son más que maneras de quitarle la libertad a las personas y de esclavizarlas. Te lo repito: yo hago lo que me da la gana, porque yo soy lo más importante, lo único importante. ¿Por qué le voy a ceder el paso yo a nadie en una acera, o a un peatón cuando quiere cruzar un paso de cebra? Somos individuos, y cada uno va a lo suyo. Hay gente que se molesta con nada: con una risotada, con un grito o con la música alta. Me da igual. Tengo derecho a hacer lo que me dé la gana. Bastante es tener que aguantar que no pueda fumar en donde me apetezca. Soy libre y nadie puede quitarme mi libertad. La gente no sabe el gusto que da hacer lo que a uno le apetezca en cada momento. La gente es muy antigua y, además, muy artificial. Hay quienes no parecen seres humanos, sino robots que cumplen reglas estúpidamente. Les diría que descubrieran la nueva modernidad, la nueva naturalidad, pero no se lo digo. No son más que unos viejos con pocas ganas de vivir y con poco futuro. Que les den. -me dijo.

-¿Y tú qué le dijiste?

- Nada. Bastante tiene con elegir vivir y morir solo.


martes, 16 de enero de 2024

El deber




De las ideas de las que más contento estoy de haber aprendido, destaca la de que cuando se trata de actuar con otras personas, no me valen las ocurrencias, los deseos ni los caprichos, sino el deber. Entiendo que el sentido racional del deber se ha perdido hoy en buena medida, pero ni yo tengo la culpa ni encuentro otra manera de actuar humanamente, respetando a todos, construyendo algo que no haga daño a nadie y huyendo de cualquier egoísmo que siguiendo lo que me dice el deber.


jueves, 26 de septiembre de 2019

Buenas noches. Letal




Vivir de las ocurrencias o de los caprichos es letal para cualquier relación y para mantener una buena calidad de vida. 

Buenas noches.

domingo, 1 de mayo de 2016

martes, 1 de julio de 2014

Buenas noches. Libertad




El viento no es libre: cumple fielmente todas las leyes de la naturaleza. Quien puede ser libre es el ser humano, si es capaz de cumplir las leyes racionales que le da su moral. Si está esclavizado a sus apetitos, a sus deseos o a sus caprichos y no puede actuar como le dice su razón, no podrá ser libre. Buenas noches.