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sábado, 7 de mayo de 2016

Buenas noches. Envejecer



Es fácil envejecer. 

En cuanto nos agarramos a una idea y evitamos criticarla, las arrugas comienzan a aparecer en la mente, las palabras se llenan de achaques y los hechos se tiñen de rutinas. 

La vejez está siempre al acecho. 

Buenas noches.


lunes, 17 de noviembre de 2014

Buenas noches. Fijarse




No creo que haya que fijarse demasiado ni en la edad, ni en las arrugas, ni en el vientre, ni en el cuerpo. Hay que vivir. Lo que hay que hacer es cuidarse la mente para que la vida surja fuerte, valiente, potente. Sean cuales sean las circunstancias, hay que procurar una vida intensa, con ganas de ser vivida. 

Buenas noches.

martes, 2 de octubre de 2012

Mirando por la ventana. Arrugas



Las arrugas salen en cualquier parte y sin avisar, pero sobre todo en las ideas. Ocurre a cualquier edad, no sólo a los que tienen una dosis excesiva de años. Hay veces que se notan cuando surge la idea y hay otras en las que caes en la cuenta cuando la dices o la escribes. Estoy convencido de que tengo que estar atento a este asunto, porque es como si en la vida hubiera una tendencia universal hacia la arruga que te agarra siempre por detrás y cuando menos te lo esperas. Voy a procurar mirarme bien las ideas en el espejo del pensamiento o en el campo de juego del papel. Intentaré tenerlas bien hidratadas con una buena porción de racionalidad y si aún así me salen, pediré que me disculpen e iré rápidamente a la calle a buscar un poco de frescura.

lunes, 10 de octubre de 2011

Arrugas




De tanto reírme se me arrugó la piel de los ojos y me salieron patas de gallo.

De tanto mirar, insomne, en la noche, me salieron bolsas en los ojos.

De tanto preocuparme por lo que ocurría se me arrugó el entrecejo.

De tanto sorprenderme por la vida, se me arrugó la frente.

De tanto tocar y tocarte se me arrugaron las manos.

De tanto vivir se me arrugaron y se me cayeron las carnes de los brazos, de los pechos, de los muslos, de las nalgas.

Pero, con todas las carnes arrugadas, caídas y estropeadas, yo era joven, era feliz y tenía todas las ganas del mundo de vivir.

Un día se me arrugó la mirada y se me cayeron las carnes de la sonrisa. Y ese día, trágicamente, envejecí.

No mucho tiempo después noté que se me había arrugado el alma y que se me habían caído las carnes de la ilusión. A los pocos días, me morí.