17 de septiembre de 2017
Hace un par de años vi a una chica por el centro de Madrid con un enorme cartel de tela en las manos en el que decía: “Se dan abrazos gratis”. Iba andando por la calle mostrando este mensaje y de vez en cuando alguien se paraba delante de ella, se sonreían y se daban un abrazo. La mayoría pasaba de largo. Si, en lugar de abrazos, hubiese regalado pinchos de tortilla, estoy seguro de que muchas más personas se hubiesen acercado a recogerlos.