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lunes, 24 de octubre de 2011

Un político no puede decir eso.




Tú y yo, ciudadanos de a pie, podemos pensar y decir en nuestro pequeño mundo lo que nos dé la gana. Pero un político profesional, un personaje público al que oyen millones de personas, debe tener cuidado con lo que dice porque puede arrastrar, detrás de una estupidez pronunciada en público, a muchas personas que puede que (se) hagan daño con eso. Por ejemplo, un personaje supuestamente responsable en su partido, como el señor González Pons, no puede decir que cualquier votante del PSOE es un idiota. Pone con ello el nivel de los políticos en un grado tan bajo que produce rubor y vergüenza. Convierte a sus votantes en unos ordinarios, porque ya hay que serlo para votar a un personaje tan soez y desvergonzado como este. Y se autocalifica como no demócrata y cercano al totalitarismo y al fascismo. Personajes como este González Pons no deberían existir en el ámbito político. Debería, también, pedir perdón a todos los españoles por sus bajezas públicas.

miércoles, 10 de agosto de 2011

González Pons


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martes, 8 de febrero de 2011

Vienen, pero no les gusta la libertad

Hay a quienes les molesta profundamente la libertad, pese a lo cual están en la plaza pública pidiendo votos, y la gente se los da. No toleran la libertad del periodista que pregunta lo que considera oportuno. Estos liberticidas quieren que los periodistas pregunten lo que ellos quieren que pregunten y ya contestarán, lógicamente, lo que les dé la gana. Y los votan. Si por ellos fuera, estos depravados eliminarían cualquier profesión o, mejor, cualquier profesional que no se pareciera a una máquina programada por ellos. Y la gente los vota. Son una fábrica de engaños, pero los votan encantados sin darse cuenta de lo que se tragan. Ven una neurona en movimiento y se asustan. Por eso llevan siempre el spray neuronicida escondido en la manga.

Hace falta una cierta distancia para poder oler la mierda.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Malos olores / 4



Hace días que no tengo ocasión de ponerme a escribir en el blog, que sobrevive de inspiraciones pasadas. Hoy me doy cuenta de que un hedor descomunal se ha instalado en el ambiente y tengo que quitar de delante la podredumbre que lo ha producido.

Resulta que un apestoso viejo de mente y demente cuenta de nuevo y sin rubor que se ha acostado en Japón con dos niñas de 13 años, a las que llama “las muy putas”, como si supiera lo que dice y lo que hizo con eso. La apestosa, antipática e ignorante dirigente de una Comunidad Autónoma justifica al viejo machista y pedófilo diciendo que la literatura es la literatura y que a otra cosa, mariposa. El apestoso encargado de comunicación del mismo partido de la dirigente añade, con dureza en la cara y en el alma y con los mismos afanes exculpatorios, que la política no debe confundirse nunca con la literatura. Parece que quieren dar a entender que los polvos japoneses eran simples polvos literarios imaginados por una mente desocupada y ocurrente. Por otra parte un apestoso escritor, que definitivamente se va a morir sin que yo lo lea, se atreve a insultar a un ministro porque lloró en el acto de su despedida. Ayer lloré yo y, mientras me secaba los ojos con el pañuelo, aproveché para mandar a hacer puñetas a este ilustre y estúpido usuario del lenguaje para decir tonterías. Y otro apestoso, un alcalde castellano, machista, irrespetuoso, zafio, basto y ordinario, confunde a una ministra con un objeto de deseo y lo dice en público como el que hace una gracia, haciendo realmente alarde de lo que de verdad es y sin que tengan ningún valor las barbaridades que escupió por su apestosa boca.

Hay una buena parte del país que tolera esto. Incluso que lo aplaude. Es una de las razones por la que me duelen mucho los recortes en educación. Mal futuro nos espera como no intentemos que se vaya tomando conciencia de lo que es una vida realmente humana y de los brutos que van copando los predios mediáticos y cuyas babas malolientes se van colando mansamente por cualquier resquicio que encuentran en su camino.