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viernes, 27 de octubre de 2017

¿Qué hacer ahora?



No deberíamos confundir a los ciudadanos con los políticos, ni al pueblo con sus gobernantes.

No deberíamos odiar.

Deberíamos intentar unir y no separar.

No deberíamos dejarnos llevar sólo por los sentimientos.

Deberíamos todos respetar las leyes.

No deberíamos tomar ejemplo ahora de lo que nos dicen estos gobernantes que es la democracia, ni la política, ni los valores.

Deberíamos renovar nuestro fondo de armario moral.

No deberíamos estar sólo tristes, sino preocupados y reflexivos.

Deberíamos tener, a pesar de todo, esperanza.

Deberíamos esforzarnos por ser prudentes.

Deberíamos huir del cinismo, de la cerrazón y de lo innoble.

Deberíamos dialogar urgentemente.

martes, 3 de octubre de 2017

Salida




No veo una salida factible. Tengo la impresión de que Rajoy y los suyos sólo quieren el poder para organizar el país de manera que sus amigos puedan seguir forrándose con privatizaciones, corrupciones y demás estrategias similares. Cuando tienen la oportunidad de mejorar la situación de la ciudadanía, no hacen nada en esa dirección. Por el otro lado, Puigdemont y los suyos se han obsesionado con la independencia, una meta muy emocionante para muchos catalanes, pero no les han contado las consecuencias económicamente ruinosas que tendría para Cataluña esa independencia. Parece que todos se han puesto las orejeras y no ven más que lo que les interesa a corto plazo. En medio, unos se saltan las leyes cuando les interesa y otros, torpes como ellos solos, mandan a una policía, que no sé si sabe algo de derechos humanos, a hacer barbaridades con el pueblo. No le veo salida a esta situación, a menos que alguien con sentido de Estado tome las riendas de lo que ocurre. Pero con la ciudadanía en carne viva, ¿quien es capaz de aliviar a tanta gente diferente a la vez? 

sábado, 9 de septiembre de 2017

Buenas noches. Lo que veo / y 3



Si a esta sobrevaloración de los sentimientos, en detrimento de una razón que analice la realidad y que nos dé argumentos para explicarnos lo que ocurre, le añadimos el lema que con tanto éxito ha instaurado entre nosotros el neoliberalismo dominante, eso de que 'Todo vale', la mezcla resultante es tremendamente eficaz para desintegrar una sociedad que pueda resultar humana e ilusionante.

Te sugiero que analices desde este punto de vista cualquiera de los fenómenos que ocurren en el panorama político mundial y español. Intenta leer buena prensa y escuchar buena radio, a ver si encuentras alguna 'razón' que explique cualquiera de las medidas que está tomando Trump. Haz lo mismo con King John-un, o con las medidas económicas restrictivas tomadas en España y en otros países y sus terribles resultados, o con las medidas que toman por su cuenta Rajoy y los de su cuerda, o con los sucesivos y ruborizantes apoyos de ciertos votantes a partidos políticos podridos por la corrupción hasta las trancas, o con las inauditas actuaciones de ciertos independentistas en Cataluña, o con cualquier fenómeno que se te ocurra. Yo no veo racionalidad por ninguna parte y sí observo, en cambio, una exaltación de sentimientos, de apetitos, de deseos o hasta de obsesiones. Y como nadie entre nosotros se preocupa de que pensemos, de que analicemos y de que argumentemos racionalmente nada, tendemos a reproducir lo que vemos y nos vamos dejando llevar poco a poco por nuestras apetencias, por lo que sentimos o por lo que vemos, sin que preguntas como ¿por qué? ¿cómo? ¿está justificado? ¿qué consecuencias tendrá? o ¿y después qué? nos aparezcan en la mente y nos empujen a intentar contestarlas.

Fíjate, si te parece, en el estilo que muestran los grandes espacios de la televisión, en el papel que ocupan en la sociedad el fútbol y los deportes mayoritarios, en la evolución de los planes de estudios, de los que desaparece cualquier materia que nos invite a pensar. Quieren exaltar nuestros sentimientos, quieren que suframos, que nos emocionemos, que nuestros apetitos estén siempre alerta, que situemos la apariencia sensible por encima de cualquier otro criterio, pero no quieren que pensemos, no sea que nos empecemos a explicar lo que ocurre y algún día intentemos cambiar de verdad el mundo. Son malos tiempos estos para el ser humano y para la racionalidad.


Buenas noches.

viernes, 18 de diciembre de 2015

Los viernes, etimologías. Algunos topónimos I



Topónimo es el nombre de un lugar, de topos, lugar y ónoma, nombre, ya sea de ciudades, países, ríos, montes... Los topónimos son muy importantes en la investigación de las lenguas, a veces conservan niveles muy antiguos en las denominaciones de ríos, pueblos, pagos (las zonas del campo que los agricultores llaman con términos precisos). Veamos algunos interesantes:

BURKINA FASO

Es un nombre moderno, el país se ha llamado Alto Volta hasta 1984. Significa "tierra de honrados", y cada palabra es de una de las dos lenguas principales del país. Precioso híbrido.

MONTENEGRO

¿Por qué un país balcánico tan lejano tiene un nombre español? Pues no, no es español, es veneciano, es el nombre que pusieron los venecianos a esta zona, así denominada por un monte, el Lovcen, cubierto por oscuras coníferas. En montenegrino el país se llama Crna Gora, que significa lo mismo, monte negro, pero fuera del país todos decimos Montenegro.

ALEMANIA

Nosotros, con los franceses, los llamamos alemanes, los ingleses los llaman german y al país Germany, los italianos los llaman tedeschi, y ellos a sí mismos Deutschland. Alemania en germánico significa "tierra del término de todos los hombres" y Deutschland en alemán significa "tierra del pueblo".

CAMERÚN

Proviene del portugués camarâo. Los portugueses llamaron río de camarâos, por la abundancia de este crustáceo, al explorarlo, al río Wouri. La palabra provenía del latín camarus, y esta del griego kammaros.

CATALUÑA

Como tantas etimologías de topónimos, es incierta. Las dos teorías más aceptadas hoy día son: una, de Gotholandia, tierra de godos, pues los visigodos antes de ocupar en extensión la Península y poner la capital en Toledo, estuvieron asentados en Cataluña, en la época de Ataúlfo. Dos, que proviene de lacetanos, pobladores prerromanos del territorio, que por metátesis el habla popular cambió, lacetanos > catelanos > catelans. Pero hay más teorías, la que dice que significa "tierra de castillos", palabra traída por pueblos emigrantes desde los Campos Cataláunicos, en el Norte de Francia, con lo que sería una palabra idéntica a Castilla, aunque se cuestionan con mucho énfasis las dificultades fonéticas de esta teoría. Puede haber hasta doce teorías sobre el origen de la palabra Cataluña.

MONTEVIDEO

Hay una explicación que dice que un marinero portugués de la expedición de Magallanes, exclamó al avistarlo: "Monte vide eu". Pero más graciosa es la que dice que en un mapa alguien escribió "Monte VI (6º. en números romanos) de E-O (contando de Este a Oeste)". Y hay otras teorías.

HONDURAS

Se cuenta que Colón en una tormenta consiguió refugiarse en un cabo y exclamó: "Gracias a Dios que hemos salido de estas honduras". Y a partir de esta frase el cabo se llama Gracias a Dios y el país Honduras.

ESPAÑA

Del latín Hispania, y este del fenicio Ish Fannim, isla de conejos. Una leyenda cuenta que al desembarcar los fenicios gritaron todos: ¡Span, span!, conejos, al verlos a montones saltar entre la maleza. Pero antes de llamarla Hispania la habían llamado Iberia, la tierra del iber, del río. Eso significa Ebro en lengua ibérica, río. Pero antes los griegos habían llamado Hesperia a todas las tierras del Mediterráneo occidental, la tierra por donde se pone el sol. De la misma raíz que vespertino y vísperas.


Pero antes los cartagineses habían fundado una guarnición al lado del Guadalquivir, cuyo nombre púnico contenía la raíz Hispa- y los romanos refundaron como Híspalis. Esta forma pudo dar origen al nombre del territorio, y pudo ser adaptado por los romanos como Hispania. Hoy es la hipótesis más aceptada entre los expertos.

viernes, 12 de diciembre de 2014

Lo que veo cuando miro. Pepelandia




Me resulta sorprendente. No quieren estos del PP que se separe Cataluña de España y, sin embargo, son ellos los que, después de destrozar el país, se han refugiado poco a poco en uno llamado Pepelandia, en el que la crisis, al parecer, ya pasó de largo, en donde la recuperación es evidente, en el que la corrupción es un invento, en donde los niños no pasan hambre, sino que están sobrealimentados, en donde la libertad es patrimonio de los ricos, en el que dicen que no hay desigualdades, en donde la justicia es su justicia y en donde no cabe nadie más que ellos. Nunca hay que perder de vista lo que estos pájaros hacen por detrás de lo que dicen. 

Buenas tardes.

sábado, 13 de octubre de 2012

Mirando por la ventana. Wert no es tonto



Fotografía de la Cadena Ser

Wert no rectifica y asegura contar con el respaldo del Gobierno



Ya lo he contado aquí alguna vez, pero me ha vuelto a venir a la mente al observar las evoluciones (es un decir) del tipo este tan peligroso, el “ministro” Wert, con el que los dioses nos han castigado a través del voto de unos ciudadanos, al parecer, poco aficionados al conocimiento. Me refiero a la diferencia entre un tonto y un gilipollas.

El asunto me lo aclaró un curioso catedrático de filosofía con el que coincidí en un instituto, hace ya mucho tiempo. No recuerdo de qué estábamos hablando, pero era de algo que había hecho alguien. Se me ocurrió decir que aquello era una tontería, a lo que el preclaro profesor me respondió, muy tajante:

  • No. Eso no es una tontería. Es una gilipollez.
  • Bueno, hombre, más o menos es lo mismo ¿no? -le contesté.

Y muy serio, como si hubiéramos tocado una de las verdades esenciales de la existencia y fuera muy conveniente aclarar de una vez por todas la cuestión, sentenció:

  • No, señor. No es lo mismo ser tonto que ser gilipollas. ¿No sabe usted la diferencia entre un tonto y un gilipollas?
  • Pues no, acláremela, por favor -le dije.
  • Es que no se puede andar por la vida sin saber distinguir a un tonto de un gilipollas. Esto es muy importante.

Aquél hombre era un catedrático de los de toda la vida y yo era un pobre profesor que acababa de sacar la oposición y que llegaba a mi primer destino. Es posible que por eso me hablara de usted y desde arriba. El caso es que, muy en su papel, me contó lo siguiente.

  • Un tonto es alguien que se equivoca, que comete un error. Pero si a un tonto le explica usted que se está equivocando, si sólo es tonto, se da cuenta, reacciona subsanando el error o cambiando de opinión e, incluso, le pide disculpas por haberse equivocado. Un tonto, por tanto, tiene arreglo.

Su tono era pontifical, pleno de seguridad y de dominando la situación. Lo siguiente ya lo dijo más caldeado, como si en alguna ocasión hubiese sufrido algún tipo de consecuencias indeseadas relacionadas con lo que iba a decir.

  • En cambio, un gilipollas es un tipo que también comete errores, pero que no tiene arreglo. Ya le puede usted explicar al gilipollas en qué consiste su error, por qué se está equivocando o qué es lo que no está teniendo en cuenta, que, por principio, jamás admitirá que no tiene razón. Puede que, además, añada cosas tales como que él no se equivoca nunca o que el que está equivocado es usted, porque de eso él sabe mucho. El gilipollas no tiene arreglo y por eso es muy peligroso. Hay que huir de los gilipollas como de la peste. Y lo malo es que son muy abundantes. Están en todas partes. Vaya usted por donde vaya o entre en donde entre, siempre habrá algún gilipollas presente.

Yo lo miraba atentamente, asintiendo levemente con la cabeza y sin tener nada que aportar ante la calidad del retrato psicosociológico que me había hecho.

  • Veo que, al menos, ha aprendido usted algo útil hoy -dijo. Y cambiamos de tema.

Me pareció una distinción realista e interesante y, siempre que ha venido a cuento, se la he contado a los alumnos. Hoy, leyendo la insistencia de Wert en no rectificar, me he vuelto a acordar de aquella conversación y he llegado a la conclusión de que Wert realmente está equivocado, pero que no es tonto.