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viernes, 6 de marzo de 2015

Religión en las aulas

Carta al Director publicada por Daniel García Delicado en El País del 3 de marzo de 2015.


El temario de la asignatura de Religión recientemente publicado en elBOE y elaborado por la Conferencia Episcopal Española contiene perlas, para los niños de seis años, como las siguientes: “Enseñar a reconocer que no hay felicidad sin Dios”, actividades que inciten a que “expresen con palabras propias el asombro por lo que Dios hace” o, en una pirueta lingüística digna del mejor trapecista, “memorizar y reproducir fórmulas sencillas de petición y agradecimiento”, lo que da luz verde a que se puedan recuperar los rezos en las aulas. En cuanto a los alumnos de Bachillerato, serán examinados sobre “el origen divino del cosmos”, lo que podría provocar situaciones surrealistas en el examen de Física y Química sobre tal cuestión.
Con todo, en un alarde de hipocresía impropio de los valores que dice representar, al portavoz de la CEE le parece “insuficiente” el tratamiento de la asignatura en la educación pública, omitiendo una vez más el artículo del concordato firmado hace 36 años que reza (nunca mejor dicho) así: “La Iglesia católica declara su propósito de lograr por sí misma los recursos suficientes para la atención de sus necesidades”. ¿Hasta cuándo tendremos que soportar esta cruz? (incluyendo la de la declaración de la renta).— Daniel García Delicado.

martes, 3 de marzo de 2015

Buen uso de los términos sexo y género

Carta al Director aparecida en El Pais del 23 de febrero de 2015

Cuando hablamos de sexo nos estamos refiriendo a características anatómicas y fisiológicas que están presentes, de forma diferenciada, en hombres y mujeres; aunque sin olvidar a muchas personas que también pueden poseerlas de forma conjunta y teniendo en cuenta que el sexo se construye también culturalmente de acuerdo a nuestros intereses o preferencias. No nos viene dado de forma “natural”.
Con el término género indicamos la construcción sociocultural particular y la interpretación jerarquizada y valorativa que se hace de los comportamientos, actitudes, atributos, sentimientos, actuaciones, rasgos, etcétera, de los seres humanos de acuerdo a su sexo y que, habitualmente, los divide en dos rígidas mitades, hombres y mujeres, sobre la base de relaciones de poder. La noticia de que “los neandertales ya separaban por géneros” resulta así totalmente inexacta, máxime cuando los investigadores no hablan nunca de división de tareas por género sino por sexo. Además, no existen dos géneros sino una estructura social establecida por género que implica a los hombres, a las mujeres y las relaciones que se establecen entre ellos.
Los neandertales podían separar las tareas por sexos, de acuerdo, pero no podemos saber si existía una valoración diferente para cada una de ellas ni una atribución marcada por relaciones de poder y subordinación, lo que nos hablaría de separación genérica. Lo políticamente correcto lleva con frecuencia al error de sustituir meramente el término sexo por el de género. Nada más lejos de la verdad.— Belén Cabello Tarrés. Profesora de Salud y Género de la Universidad Autónoma de Madrid.

sábado, 17 de enero de 2009

Limpiando la mesa / 3 / La ley del talión


Me lo dijo una vez Antonio Campos, amigo de cuando teníamos veinte años y hoy catedrático de Histología de la Universidad de Granada: una de las secciones más interesantes de un diario es la de las Cartas al director. Creo que tenía razón porque para escribir algo que merezca ser leído en un periódico no hay por qué ser periodista.

Últimamente están apareciendo Cartas al director muy interesantes. Antes de tirar al contenedor azul El País del 8 de enero de 2009, pongo aquí una interesantísima que escribe el ciudadano de Madrid Agustín Ormazábal Lasa. Dice así:



Ojalá aplicara siempre Israel la ley del talión en sus actos. Este "ojo por ojo y diente por diente" que aparece en el Código de Hammurabi de hace ya 38 siglos y posteriormente en varios puntos del Antiguo Testamento no es una vía libre a la venganza, como muchas veces se cita en nuestra sociedad moderna. En su tiempo, esta ley tenía como objeto el limitar la venganza, es decir, si alguien te rompía un diente o te dejaba ciego de un ojo, no podías matarlo y quedarte con todos sus bienes, como al parecer debía de ser habitual, sino que esta ley limitaba la venganza "estrictamente" al daño producido, es decir, al agresor se le sacaba un ojo o un diente.
Parece triste que el pueblo de Israel, a través de sus gobernantes, lleve muchos años remontándose prácticamente a la edad del bronce y ya no respete siquiera la ley del talión. Así que ojalá Israel aplicara "estrictamente" la ley del talión. Para llegar a parámetros de justicia más modernos y a respetar los derechos humanos, habrá que esperar tal vez unos cuantos siglos más.





Creo que es muy interesante la reflexión del señor Ormazábal. Lejos de fomentar o facilitar la venganza, la ley del talión la limita. Podríamos decir, entonces, que la reacción más visceral, más bruta y menos humana de todas las posibles es la de la venganza. Es la que de vez en cuando y en nuestros días observamos cuando algún elemento da una paliza a alguien 'porque le ha mirado mal', o la de los que cortan las manos a los ladrones, o la de los que practican la violencia de género, o, sin ir más lejos, la que pone en práctica Israel con los palestinos.

El siguiente paso sería el de la ley del Talión, que intena evitar los excesos de una venganza descontrolada. Me resulta curioso el relativamente alto número de alumnos que defienden en clase la bondad de esta ley. Sólo comienzan a dudar cuando se les pone ante la posibilidad de que se les aplique a ellos.

El tercer paso sería el de separar la justicia de la venganza y restablecer el equilibrio dentro del marco del respeto a los Derechos Humanos. Todo esfuerzo por recalcar la importancia de los Derechos Humanos será poco. Se intenta así dotar de una cierta objetividad a la justicia, liberándola de las posibles influencias subjetivas que podrían confundir el restablecimiento de una sociedad vivible con un desahogo que podría desembocar en el disparate.

De todas formas, me gustaría que tú lector o lectora, que de manera tan amable has llegado hasta aquí, ofrecieras tu parecer sobre este asunto para matizarlo, opara enriquecerlo o para darle la vuelta. Gracias.

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