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martes, 10 de febrero de 2015

Lo que veo. La Cadena SER



Conecto y desconecto intermitentemente la Cadena SER. Como cada vez soporto menos a una locutora que no deja hablar a casi nadie, sobre todo, cuando alguien va a decir algo interesante, a las diez de la mañana desconecto y pongo música. Ya hice lo mismo con el del Larguero, que también interrumpe cuando le apetece. ¡Vaya ejemplos que dan! En los informativos de Madrid había un señor que no sabía hablar, ni puntuar, ni se le entendía, pero que debía de ser barato. Ahora se dedica a hacer reportajes de más enjundia con la misma escasa calidad. En cuanto sale, apago la radio. Ni lo entiendo ni lo aguanto y el daño que está haciendo con su absurda dicción es tremendo: se para en donde no hay ni comas y se salta los puntos con una facilidad pasmosa. 

Ahora se han decantado por los despidos de profesionales valiosos, muchos de ellos en el área de cultura. Si hay algo que está siendo maltratado y desvalorizado en España, eso es la cultura. La mejor decisión para conseguir esto ha sido poner al frente del correspondiente ministerio a un señor nada relevante en este ámbito y que, al parecer, no tiene ningún inconveniente en destrozar todo lo que afecte a su ministerio.


Lo de la SER duele, como dolió lo de El País. Hay diarios en la red con menos predicamento, pero con más credibilidad y algo de información fiable se puede sacar de ellos. Lo malo es lo de la radio. Esperemos que lo bueno que le queda a la SER le dure, pero con estas salidas se resentirá su calidad. Menos mal que la Cadena no tiene pérdidas, que si no... Por cierto, el jefe de toda esta casa es Juan Luis Cebrián ¿no? ¿Sabes cuánto gana? 

Buenas tardes.

miércoles, 26 de enero de 2011

Sin escrúpulos




A pesar de este pesado olor a neoliberalismo que nos invade, no acabo de entender bien que un grupo de periodistas deportivos tengan el estómago y la personalidad tan peculiares como para pasar de trabajar en la SER a hacerlo en la COPE. Y, además, hacerlo todos en bloque. Porque no es que uno de ellos haya sentido de repente los efectos de una especie de conversión paulina, sino que todo un grupo ha pasado de trabajar para lo que supone la SER a hacerlo para lo que representan los obispos. Uno de ellos, incluso, por motivos que desconozco, se incorporó recientemente al cambio, con más premeditación, por tanto, que los demás.

Lógicamente, el caso tendrá sus peculiaridades y sus motivaciones, pero yo veo en él una muestra más de que hoy día puede hacerse lo que a uno le dé la gana y trabajar tanto para el amigo como para el enemigo. ¿Qué más da, si todo vale, si todo es posible?

Algún intelectual dijo no hace mucho que esto era posible porque el deporte no tiene ideología, lo cual me parece de una candidez que asusta. Aparte de que no se trata aquí del deporte, sino de la información deportiva, colaborar a incrementar los beneficios de una cadena, aunque sea privada, defensora de la democracia y de un estilo de vida democrático, no es lo mismo que hacerlo a favor de unos obispos capaces de montar manifestaciones populistas y deshumanizadoras y de defender maneras de vivir de otros tiempos. No es lo mismo.

Allá cada cual con lo que hace, pero no puede quedar como modelo de actuación, una vez más, el todo vale, el todo es posible. Hay cosas que sólo se hacen porque se pone el interés personal muy por encima de lo que sea, sin escrúpulos y sin demasiada justificación.