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miércoles, 26 de enero de 2011

Sin escrúpulos




A pesar de este pesado olor a neoliberalismo que nos invade, no acabo de entender bien que un grupo de periodistas deportivos tengan el estómago y la personalidad tan peculiares como para pasar de trabajar en la SER a hacerlo en la COPE. Y, además, hacerlo todos en bloque. Porque no es que uno de ellos haya sentido de repente los efectos de una especie de conversión paulina, sino que todo un grupo ha pasado de trabajar para lo que supone la SER a hacerlo para lo que representan los obispos. Uno de ellos, incluso, por motivos que desconozco, se incorporó recientemente al cambio, con más premeditación, por tanto, que los demás.

Lógicamente, el caso tendrá sus peculiaridades y sus motivaciones, pero yo veo en él una muestra más de que hoy día puede hacerse lo que a uno le dé la gana y trabajar tanto para el amigo como para el enemigo. ¿Qué más da, si todo vale, si todo es posible?

Algún intelectual dijo no hace mucho que esto era posible porque el deporte no tiene ideología, lo cual me parece de una candidez que asusta. Aparte de que no se trata aquí del deporte, sino de la información deportiva, colaborar a incrementar los beneficios de una cadena, aunque sea privada, defensora de la democracia y de un estilo de vida democrático, no es lo mismo que hacerlo a favor de unos obispos capaces de montar manifestaciones populistas y deshumanizadoras y de defender maneras de vivir de otros tiempos. No es lo mismo.

Allá cada cual con lo que hace, pero no puede quedar como modelo de actuación, una vez más, el todo vale, el todo es posible. Hay cosas que sólo se hacen porque se pone el interés personal muy por encima de lo que sea, sin escrúpulos y sin demasiada justificación.