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lunes, 12 de octubre de 2009

Hypatia de Alejandría


Hypatia de Alejandría fue una interesantísima pensadora neoplatónica que vivió entre mediados del siglo III y principios del IV y que destacó en el campo de las matemáticas y en el de la astronomía. Su vida y su muerte fueron una consecuencia del fanatismo con el que algunas mentes resuelven su incapacidad para aceptar el pensamiento y la ciencia.

Alejandro Amenábar acaba de estrenar una película en la que relata la vida de esta mujer. El periodista Jacinto Antón publicó recientemente un artículo sobre ella, cuya lectura te recomiendo y que puedes obtener aquí.

Quiero llamarte también la atención sobre la crítica que de la película ha hecho en El País Carlos Boyero. El crítico parece desconocer algunos detalles de la vida de la pensadora y deriva de ahí alguna objeción injusta hacia el director. Y en un momento de su trabajo desliza la siguiente idea.

“Tu cerebro puede conectar con ella, pero en mi caso no me llega al corazón. Y lo estoy deseando continuamente, pero no consigue meterme dentro de ella.”

Estamos otra vez ante el papel fundamental, al parecer imprescindible, del corazón a la hora de captar la realidad. De nuevo la incomprensible exigencia de una corazonada para poder entender un problema histórico, ideológico y, en todo caso, real. Parece que el cerebro no es suficiente para abordar una problemática o una película, a partir de todos los datos que le aportan los sentidos, y que es imprescindible echar mano del corazón para poder establecer una conexión eficaz. El hombre como animal ex racional y convertido de nuevo en animal sentimental, como en los años de la dictadura franquista. El modelo debe ser el que ofrece Belén Esteban: poco que pensar y mucho que sentir. Cuando la actividad resulta al revés y hay poco que sentir, pero mucho que pensar, se concluye que algo está mal hecho y que la obra debe estar coja de alguna pata.

No me extraña que estas actitudes tan cordiales estén generando mentes incapaces de soportar tres ideas seguidas sin esbozar una mueca de cansancio o un bostezo de aburrimiento. Como nos acostumbremos a sentir los problemas y no a entenderlos, el mundo caerá en manos de los especialistas en manejar sentimientos, justamente los herederos del fanatismo que denuncia la película, y esto no va a haber quién lo arregle.

Me gustaría que pusieras aquí tu opinión sobre la película.

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