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lunes, 5 de noviembre de 2012

Mirando por la ventana. No se han enterado




Todo hecho tiene un aspecto visible, constatable, que afecta al mundo físico, y también otro simbólico, que nos remite a algo distinto del propio hecho en sí.

Digo esto porque aún no he salido de mi asombro y de mi indignación al leer la noticia de que la izquierda del Ayuntamiento de Madrid ha decidido votar a favor de la concesión de la Medalla de Honor de la ciudad al antiguo alcalde Alberto Ruiz Gallardón. Ni voto en contra ni abstención. El hecho visible es que la izquierda ha votado a favor de que se reconozcan los méritos del señor Gallardón como alcalde de Madrid. Supongo que por méritos se entenderá su gestión económica, que ha llevado a que la ciudad tenga una deuda de más de 7.000 millones de euros y a que el 22% del presupuesto de la ciudad se emplee en pagar esa deuda con sus intereses correspondientes. O quizás tengan que ver con que, a pesar de la deuda y de la crisis, se llevó como mayordomo al maitre de un famoso restaurante de Madrid, con un buen sueldo, naturalmente. Puede que los méritos se refieran a que tuvo levantada Madrid muchos años y luego la cubrió de manera que pasear por algunas calles del centro de Madrid encierra peligro de tropiezo. O es posible que tengan que ver con lo que hizo por frenar la contaminación de la ciudad. Cualquiera sabe a qué se refieren los méritos del anterior alcalde. No quiero ni pensar que el criterio para votar que sí haya sido ese tan de izquierdas y tan revolucionario como es la tradición de darle una medallita a todo el que pasa por la alcaldía.

En las circunstancias actuales, este lamentable asunto tiene, además, un fuerte carácter simbólico. ¿Algún votante de izquierdas le daría hoy una medalla a Gallardón? Seguro que no. Y, sin embargo, sus representantes políticos sí se la han dado. Este episodio muestra con toda claridad la separación que se está dando entre los votantes y sus representantes. ¿Es que no se enteran de que esto está pasando y que por eso se le están yendo los votos? ¿Es que siguen en su otro mundo, ajenos a lo que está pasando en este? ¿Con quién se han comprometido, con los ciudadanos o con los corteses representantes que se turnan en darse medallas, unas veces a unos y otras, a otros?

Un político tiene la difícil tarea de convencer al ciudadano de que su programa, su proyecto es el mejor. Tiene que crear en el votante la esperanza de que el mundo va a ir a mejor si le vota. Lo que es una grandísima estupidez es que el político acabe en un momento con la esperanza del ciudadano con medidas como esta, que lo alejan años luz del mundo de los problemas y que provocan el castigo del votante, con toda la razón.

Creo que todavía no se han enterado.

sábado, 3 de noviembre de 2012

El estilo del PP




He leído con intranquilidad, con desazón, con preocupación y hasta con un cierto miedo el artículo que Walter Oppenheimer publica hoy en El País con el título de “Trillo, un virrey en Londres”.

Lo puedes leer en este enlace, pero quiero entresacar algunas frases que me parecen, por una parte, terribles, y, por otra, muy significativas del estilo que practican los gobernantes del PP. Fíjate bien:
Las grandes empresas dijeron que sería un desastre ir contra la voluntad del embajador y que sería la muerte. Y amenazaron con retirarse de la Cámara. No tienen ni moral, ni principios, ni ética”, sostiene una fuente. 
...ahora tengo la sensación de que lo que se hacía hace 40 años durante la dictadura y lo que se hace ahora es lo mismo. No veo diferencia entre esto y los pucherazos del siglo XIX”, señala otra fuente. 
Esto es chavismo. Es anacrónico. Es una visión patrimonial del ejercicio del poder y de la Administración. Es la vuelta al derecho de pernada. ¿Cómo, que he estado ocho años cercando la ciudad y ahora que la he conquistado no puedo saquearla?”, ironiza otra fuente. 
La llegada de Federico Trillo está transformando la embajada en muchos sentidos. “Los actos han cambiado”, explica un asiduo a las recepciones. “Tengo la impresión de que hay un porcentaje muy alto de gente del Opus Dei. Una de las frases que más se oyen es ‘Nos conocemos de misa, ¿verdad?’. El 12 de octubre había hasta monjas. Nunca había visto monjas en la embajada”, añade.Trillo no oculta que es del Opus Dei y de misa diaria. Ahora, lo primero que se ve al entrar en el salón de espera es la talla de un santo. Él asegura que no es cosa suya. “Alguien me dijo, ‘mira, ha vuelto el santo’, dando a entender que antes no estaba ahí”, explica, como diciendo que otros, no él, habían decidido volver a ponerlo.

Hasta aquí las citas. Observo el estilo de Trillo. Me recuerda al estilo de Gallardón, de Fátima Báñez, de Wert, de tantos y tantos ministros, alcaldes y políticos del PP. Y mi conclusión me preocupa: en estos políticos hacen aguas la ética, la política y creo que también psicología, por ser suave en la descripción. No sé a dónde vamos a ir a parar, así, tan tranquilos. Qué horror.





miércoles, 25 de julio de 2012

Gallardón da miedo


No suelo ver la televisión prácticamente nunca. Si quiero saber algo sobre la realidad, la televisión no sirve para nada, pues son más útiles la radio y la prensa, que deforman menos la realidad. Si la veo es casi exclusivamente para observar algún acontecimiento deportivo.

Ahora, en verano, "la tengo que ver" más, aunque procuro no hacerle mucho caso. Si no la ves, no te pierdes gran cosa, pero si le prestas atención, es posible que tengas que aguantar algún disparate o alguna bajeza de algún personaje público sin principios y sin ilustrar. Ayer le tocó el turno a Gallardón en uno de los telediarios. Con una naturalidad que asusta, equiparó a las personas discapacitadas vivas con las personas discapacitadas que están por nacer, y se quedó tan tranquilo.

Una de tres: O ignora que hoy no se puede atribuir la característica de "persona" a un feto dependiente de su madre y sin un mínimo de individualidad, o su ideología medieval y ultra le hace creerse que el feto es ya una persona, o actúa de mala fe, engañando a los ciudadanos al procurar que estos crean que sus suposiciones deformadas de la realidad son las únicas verdaderas.

Hoy, salvo los fundamentalismos y los integrismos más retrógrados, a nadie se le ocurre considerar que un feto, en las primeras semanas de gestación, sea una persona. Una cosa es que se mueva y otra que sea una persona. También las lágrimas se mueven y no son personas.

Y poco parece importarle a Gallardón lo que ocurra en el cuerpo de una mujer. Puestos a mandar y a obligar a los demás, cualquier situación es buena para meterse en ella y recortar todos los derechos que se puedan. Esta parece ser la gran afición o fijación del PP.

Asusta ver a un señor como Gallardón, que es abogado y fiscal, que ha gobernado en diversos ámbitos y que ahora es ministro, gobernar y pontificar con esa mezcla de teocracia barata, de conservadurismo ultra, de antigüedad mental y de creencia en que posee toda la verdad. Da miedo.  

viernes, 3 de febrero de 2012

El ultra Gallardón quiere progresar



De nuevo hay que entender al revés lo que dice alguien del PP. Ahora, para confundir a la gente poco avisada y muy dada a tragar cualquier cosa, el nuevo ministro de Justicia, el ultraderechista Gallardón, un ser que, por sus gestos, parece que necesita el poder para vivir, ha dicho que su reforma de la ley del aborto será lo más progresista que haya hecho en su vida política. Po supuesto, aplicando el principio de interpretación de lo que digan estos aficionados a la política del partido popular, tales palabras hay que entenderlas como que será lo más retrógrado, el mayor atentado a las mujeres, lo más alejado a las políticas europeas y lo más absurdo que haya podido hacer.

El ultraderechista Gallardón, cuando le interesa, tiene un concepto vegetativo de la vida (todo lo que se mueve está vivo, como los fetos o las acelgas), no tiene en cuenta a los seres humanos ya vivos y existentes y que viven en malas condiciones y se propone legislar sobre fetos antes que sobre personas vivas que sufren, al final de sus vidas reales, sin ninguna esperanza y que no pueden terminar con su dolor porque el ultraderechista Gallardón y sus secuaces no se preocupan por este asunto.

El ultraderechista Gallardón está más pendiente de ganarse a la Iglesia Católica, un poder fáctico de nuevo cada día mayor, y al sector más cerrado y reaccionario de su partido, que de hacer la justicia que le debería pedir su cargo. Sus intereses personales de cara al futuro están por encima de todo.


martes, 28 de septiembre de 2010

Cibeles


El jueves 23 de septiembre de 2010, entre las páginas 3 y 5 del suplemento de Madrid de El País, se publicó un reportaje sobre La reforma del palacio de Cibeles, en donde Alberto Ruiz-Gallardón, alcalde de Madrid y miembro destacado del PP, está instalando el nuevo edificio del Ayuntamiento de Madrid.


En el artículo titulado El caro ‘sueño’ del alcalde podemos ver unas cifras escalofriantes para los tiempos que corren. Por ejemplo, la remodelación total del edificio ha costado 124,5 millones de euros. Nada menos. Y el despacho del alcalde, de 78 metros cuadrados, ha costado 24,5 millones de euros. No sé cuántas cosas se podrían hacer en beneficio de los madrileños, por ejemplo, en educación o en sanidad.

En el mismo periódico del mismo día, dos páginas antes, leemos atónitos que El recorte del gasto de Gallardón alcanza a Exteriores. Se trata de eliminar las subvenciones que el Ayuntamiento otorgaba a instituciones culturales como, entre otras, la Casa América, la Casa árabe y la Casa Asia. Esta última es posible, incluso, que tenga que desaparecer.

Esto es lo que al parecer les gusta a los madrileños que con tanto entusiasmo votan a los políticos del PP. Menos cultura, menos educación, peor sanidad, una deuda escalofriante, pero, eso sí, un despacho de 24 millones. Esto marcha.


viernes, 9 de octubre de 2009

Otra corazonada


La corazonada, al final, se quedó en nada. La Olimpiada se fue a Río y el corazón de los de la corazonada se quedó descorazonado y a verlas venir.

Ha perdido Gallardón. Ha perdido España, pero sobre todo ha perdido Gallardón. Lo más preocupante es que Gallardón es muy inteligente, mucho más que toda la corte de presuntos, de salpicados y de mirones para otro lado que tiene a su alrededor. Todos estos sólo sirven para las distancias cortas, pero Gallardón sabe mirar a lo lejos con calma, y eso le hace distinto y superior. Ha sabido involucrar a muchísima gente con el recurso de la corazonada. La ha involucrado en la lucha y ahora la gente va a quedar involucrada en la derrota. Porque esto es lo más importante de todo este espectáculo. Hay mucha gente que le gusta adherirse a cierto tipo de proyectos con el corazón, no con la cabeza. A muchos les gusta que les toquen los sentimientos, los deseos, los asuntos que le hagan salir a la calle a gritar fuerte con un símbolo en el pecho. Y la corazonada ha calado mucho entre la gente. Nadie se ha planteado el asunto de las Olimpiadas desde un punto de vista económico, financiero o cívico. Nadie ha valorado las inversiones ya hechas, ni la ciudad en estado de provisionalidad tantos y tantos años, ni el monumental déficit que tiene la ciudad, ni quién va a pagarlo. Muchos ni siquiera saben que lo van a pagar ellos. La adhesión ha sido visceral, no racional. Y la derrota se ha deslizado en ese mismo ámbito.

Ahora Gallardón está de perdedor, ajeno a la Gürtel (correa, en alemán), al parecer. Es una pobre víctima que ha sudado, que lo ha dado todo y que ha sabido conectar con la gente a fuerza de corazonadas. Es carne de compasión y tiene un ejército proclive detrás. Creo que se acerca el momento de Gallardón.

Lo que no me gusta, lo haga quien lo haga, es que se intente tirar de la gente tocándole las vísceras en lugar del cerebro. A la gente le gusta volcarse, pero parece que le duele hacerlo con razones. Ahora el viento es posible que corra a favor de Gallardón. Y me da la impresión de que se puede generar una nueva corazonada.

lunes, 1 de junio de 2009

El aire caliente


Esta semana he ido un día a Madrid. Tuve que tomar 4 autobuses, dos interurbanos, gestionados, como se sabe, por doña Esperanza Aguirre Gil de Biedma, condesa consorte de Murillo, y otros dos de la EMT, dependientes del Ayuntamiento de la capital presidido por don Alberto Ruiz Gallardón.

En el exterior había unos 30º de temperatura, pero en 3 de los 4 autobuses no había aire acondicionado. Estoy seguro de que esta será la misma proporción en la que tampoco funcionará el aire acondicionado de los coches oficiales de la Comunidad y del Ayuntamiento de Madrid, porque, si no es así, sería una tremenda vergüenza para estos gobernantes.

De todas formas, tengo el fuerte presentimiento de que si siguen votando a estos dos, no siempre bien ponderados, gestores, pronto quitarán también el aire acondicionado del autobús que sí lo tenía. Al tiempo.