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martes, 20 de enero de 2015

Teatro: El hijo de la novia, de gira por España

El viernes 23 de enero de 2015, en Torrelodones (Madrid). Más información, aquí.

El sábado 24 de enero de 2015 se podrá ver en Pozuelo de Alarcón (Madrid). 

Más información, aquí.




Una pareja, su hijo, la novia del hijo, un amigo de la infancia y un camarero son los personajes de 'El hijo de la novia', función dirigida por Garbi Losada y que se estrenó ayer en el Teatro Bellas Artes, de Madrid, en donde permanecerá hasta el 2 de noviembre.

Todos están fuera de sí, aunque cada uno, a su manera. Todos tienen el centro de gravedad de sus vidas en otra cosa, en otro lugar, en otra persona. No es posible amar sin estar fuera de sí, pero tampoco es posible una vida humana si, por estar fuera de sí, se está vacío.

El hijo -Rafael-, interpretado por Juanjo Artero, está fuera de sí porque es víctima del estrés, de las prisas, de la angustia que le produce querer un mundo eficiente, única posibilidad vital que encuentra, pero en el que las personas caben sólo de una manera secundaria.

Su novia -Nati-, interpretada por Sara Cózar, va descubriendo esta deshumanización de la vida de Rafael y va notando cómo su propia vida se le va escapando, que va estando fuera de sí porque está cayendo en el vacío de una relación sin sentido ni futuro.

Tacho, interpretado por Mikel Laskurain, es el camarero del restaurante en el discurre la acción. Trabaja con eficacia, pero tampoco parece sentirse muy dueño de su vida.

Juan Carlos, interpretado por el mismo actor, ha perdido a su mujer y a su hija y anda buscando en sus raíces un lugar en el que poder encontrarse con él mismo.

Nino, el padre, interpretado por Álvaro de Luna, está también fuera de sí, pero no porque esté descentrado ni porque su vida no tenga un sentido, sino por todo lo contrario. Lleva 49 años viviendo con Norma, con quien no se casó por una cuestión de ideología. Su vida ha consistido en querer a su mujer, en procurar que fuera feliz siempre, en cuidar de ella. La vida de Nino está fuera de él porque se la ha entregado a Norma. Nino es el prototipo de la generosidad, del amor. Es el único personaje que parece discretamente feliz. Su hijo quiere un mundo más eficiente. Él quiere un mundo mejor.

Pero Norma, el personaje que interpreta Tina Sainz, tiene ahora la enfermedad de Alzheimer. Es una manera extrema de estar fuera de sí. Nino, no obstante, sigue queriéndola y cuidándola como lo ha hecho desde que están juntos. Norma no se entera de casi nada de lo que Nino hace por ella, pero él va a verla a la residencia porque la quiere y porque le gusta estar con la persona a la que ama. Nino quiere lo mejor para Norma y por eso, aunque ella no se dé cuenta de lo que le dice, quiere hacer real el deseo que su mujer siempre tuvo: que se casaran los dos en una iglesia. Entre situaciones de mucha risa y otras cargadas de emoción, se va imponiendo poco a poco la manera de entender la vida de Nino y la obra va alcanzando un final optimista y esperanzador.

El gran personaje de la obra, y posiblemente uno de los de la temporada teatral, es el que encarna Tina Sainz. Su Norma resulta creíble en todo momento porque está expresado con un enorme realismo y con una naturalidad que parece imposible de lograr. Todo ello es consecuencia, sin duda, del enorme talento de Tina Sainz, de un trabajo ímprobo en la concepción del personaje y de un proceso de concentración y de mentalización que comienza antes de la función y que permanece a lo largo de toda ella. Cada mirada, cada gesto, cada temblor de Norma son derroches interpretativos con los que el espectador puede experimentar un gozo estético y una emoción sin remedio.

El resto de personajes está a gran altura también. No conocía a Mikel Laskurain y me sorprendió gratamente. Hace un Juan Carlos lleno de humor y de efectos que logra con mucha naturalidad. Juanjo Artero, aquel niño de Verano azul, lleva el peso de toda la obra y hace que el espectador se emocione con él. Sara Cozar se luce en un papel de novia que pasa por diversos estados de ánimo. Álvaro de Luna, por fin, interpreta con su maestría habitual a un padre que sabe llevar con entereza los problemas que le rodean y las situaciones que se le presentan.

La obra se hace corta e invita a la reflexión posterior. Sobre todo, en mi opinión, por la actitud de amor que muestra el personaje de Nino, el padre, aunque las referencias a la situación actual y a las diversas maneras de estar en ella son también evidentes. A mí me hizo ver cuál era la mejor manera posible de estar fuera de mí.