viernes, 29 de enero de 2016

Los viernes, etimologías. Pronombres personales I



YO

Deriva del latín ego. ¿Y cómo puede evolucionar ego a yo? Pues muy sencillo. En latín tardío cae la g. ¿Cae, por un barranco? Quiere decir que se debilita hasta no sonar. Es lo que pasa en español actual con la s final (depende de zonas), o con la d intervocálica. Ha habido ministros que en noches electorales han dicho por la tele "contao", "escrutao"; eso es vulgar, una cosa es el ambiente relajado entre amigos o en familia, cuando es normal decir "han llegao", y otra es el registro culto, cuando hay que decir "han llegado". Bueno, si desaparece la g de ego, tenemos eo; la e, pronuciando muy deprisa eo, se cierra en i, y así llegamos a yo, como el portugués ha llegado a eu, el catalán a jo, el francés je, el italiano io, el rumano eu...

Por vía culta han entrado en la lengua egoísmo, egoísta, ególatra, egocéntrico, y el ya poco usado egotismo.

ME

Del acusativo y ablativo, en latín me. Es una de esas palabras que no han sufrido alteración ninguna en el paso de una lengua a otra; los pronombres son poco dados a innovaciones. Las lenguas indoeuropeas tienen un rasgo, que es datado en un nivel muy arcaico: utilizan dos raíces distintas para este pronombre personal de primera persona, vamos, que decimos yo y me. Esto es algo muy peculiar que vemos en latín, en griego, en inglés también, I - me, en alemán ich - mich, en lituano às - manè. Esto no ocurre ni en euskera; yo es ni, y sus formas, ni o nik como sujeto; nire, a mí; nirekin, conmigo.


Proviene del dativo latino mihi, para mí. Esa h posiblemente tuvo un sonido, no fue muda en época clásica. se aspiró o... Bueno, en los ambientes académicos del final de la Edad Media se debatía este asunto, y algunos partidarios de la realización gutural [miki], fueron llamados tiquismiquis, para ridiculizarles por su rebuscada pronunciación [tiki] por tibi (o se hacía por analogía o no se hacía y es caricatura) y [miki] por mihi. Tiquismiquis está documentada por primera vez en Cervantes. Y aunque ese debate fuera origen de burlas, nos ha dejado en la lengua aniquilar, a partir de nihil, nada.

CONMIGO

Ya se decía en latín mecum, en lugar de cum me. Al evolucionar mecum dio en castellano migo. Y como no reconocía el hablante ese significado de compañía, se recaracterizó con con, otra vez. Así que al decir conmigo es como si dijéramos con con. Esto de que la preposición más bien sea posposición se llama anástrofe (cuando éramos niños en broma la llamábamos catástrofe), y, según Cicerón, se generó en nobiscum, y luego por analogía se generalizó a mecum, tecum, secum, vobiscum. Dice Cicerón que se dice nobiscum en lugar de cum nobis, "quia si ita diceretur, obscenius concurrerent litterae" (porque si se dijera así, las letras concurrirían bastante obscenamente). Se refiere a lo malsonante de cum nobis, que recordaba al cunnus, el coño. Je je je, muy graciosillo. No será un chiste muy bueno, pero al menos es antiguo.






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