domingo, 2 de junio de 2013

Buenas noches. Ignorancia





Me duele mucho mi parte de ignorante. En los momentos decisivos, en esos en los que hay que tomar una determinación y no se sabe qué hacer, la ignorancia la suplimos con la confianza y eso es muy peligroso. Cuando tienes que firmar un contrato y no entiendes la letra pequeña, ¿en quién confías? Cuando alguien te dice que tienes en casa algo que está mal, ¿en quién confías? Cuando un médico privado se pone a hacerte pruebas porque eso le viene bien a él ¿en quién confías? (Yo tengo muy creciditos los cornetes de la nariz y huelo con dificultad. A uno de estos tipos de una sociedad médica privada no se le ocurrió otra cosa que hacerme ¡un TAC del cerebro! para descartar, decía, un tumor cerebral) Cuanta más ignorancia, más fe tienes que tener en quien tienes delante. Estoy convencido de que tenemos que huir de la ignorancia con información, con lecturas, con preguntas, con formación, con cultura. Es una actitud que tenemos que ir haciendo real cada vez más. No me gusta mi amplísima parte de ignorancia, pero cuando veo a la gente joven, que no tiene, en general, la menor curiosidad por nada ni la menor inclinación por el saber, me asusta su futuro. En manos de qué listos depositarán su fe.

Y sin embargo, es bueno tener fe en las personas a las que queremos. Es, incluso, precioso. Creer a los amigos, poder preguntarles, no desconfiar de ellos, sentirlos parte de tu vida es de las cosas más alegres y reconfortantes que puedes tener en la vida. Dedícales a ellos el último momento del día. La sonrisa aparecerá en tus labios y dormirás en la confianza del cariño. Buenas noches.

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