viernes, 26 de octubre de 2012

Mirando por la ventana. Autonomía




La Ilustración proponía la autonomía del ser racional, esto es, que éste fuera capaz de darse a sí mismo, mediante la razón, sus propias normas, sin tener que obedecer a ninguna instancia exterior. El ser humano político, que tiene que obedecer las consignas de su partido, es un prototipo de ser no autónomo. El ser humano religioso lo es más aún, puesto que la fuente de su obediencia tiene carácter absoluto y vive, además, con la constante amenaza de una condena eterna si la desobedece. Pero el ser no autónomo más lamentable de todos, el que se aleja más de la racionalidad humana y se acerca más a la vida puramente animal es el que se da a sí mismo sus normas basándose exclusivamente en sus apetitos, sin que se le ocurra siquiera pasar levemente por la razón sus decisiones.

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