lunes, 17 de septiembre de 2012

Señora Aguirre: adiós.


Señora Aguirre:

Usted dice que se va, pero a mí no se me puede olvidar lo que ha hecho en estos años con la educación. Déjese de crisis. Usted lo que ha pretendido siempre es desprestigiar la enseñanza pública y privatizarla, para que sus amigos, los ricos y los poderosos, hagan negocio con la educación y, de paso, privilegien a los suyos y condenen a la ignorancia a los demás.

Tampoco se me olvida, dentro de la educación, cómo ha tratado a los profesores, cómo los ha infravalorado, cómo los ha insultado, cómo les ha privado de puestos de trabajo para darle algunos de ellos a extranjeros angloparlantes. Gestionando la educación parecía usted una cateta palurda pilotando un transatlántico.

Tampoco se me olvida cómo ha querido destrozar también la sanidad, maltratando a los trabajadores y a los enfermos y colándose en las listas de espera cuando lo ha necesitado. También ha visto usted ahí un terreno para que los derechos se conviertan en foco de ganancias para los suyos.

Usted ha querido privatizarlo todo. Cree usted que lo que es de todos no tiene sólo que gestionarlo, sino incluso entregárselo a quien usted quiera. Si tanto le gusta lo privado, debería haberse quedado usted en ese ámbito.

Usted ha usado siempre en sus declaraciones un desagradable tono chulesco, populista y absolutista, como si fuera evidente que usted poseía toda la verdad sobre todo. Qué molesto ha sido escucharla la mayor parte de las veces, porque usted se ha comportado en público como una castiza trasnochada a la que se le notaba siempre su ambición de poder.

No se me van de la memoria tampoco sus luchas por el poder, no por el servicio a los ciudadanos que le hemos pagado su actuación, ni su reconocimiento final -que era evidente, por otra parte- de que no se consideraba una profesional de la política. Ni olvido el trato a los sindicatos ni el tono con que hablaba de los recortes que encontraba por los rincones, ni el maltrato informativo con Telemadrid.

Señora Aguirre: no he encontrado nunca en usted un modelo humano a seguir, sino, más bien, todo lo contrario. Ha sido usted muy molesta a lo largo de todos estos años y, aunque después de usted sigue lamentablemente el PP, me alegro bastante de que usted nos abandone. Antes lo debería haber hecho.

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