viernes, 10 de agosto de 2012

¿Se pueden asaltar supermercados?




Hemos vivido estos días un caso muy llamativo y que tiene un tratamiento ético un tanto complejo. Me refiero al asalto de unos supermercados por unas personas que necesitaban alimentos para comer.

Como en todos los casos, antes de juzgar lo ocurrido hay que procurar conocer todas las circunstancias que se dan, para evitar hacer un juicio sin sentido o meter la pata creyendo que se juzga una cosa, cuando en realidad ha sucedido otra.

Me arriesgo a pronunciarme en este caso, puesto que algunas personas cercanas a mí han iniciado una cierta polémica. Me ofrezco a intervenir en ella con la única y humilde intención de dar mi opinión razonada y sin la pretensión de que esta sea la única posible, ni la más acertada ni la definitiva.

Lo primero que se me ocurre es que el del asalto no me parece un método que pueda considerarse normal o habitual de conseguir ni alimentos ni nada. Los criterios sobre los que está montada esta sociedad no incluyen los asaltos y si se generalizaran, la convivencia duraría dos días. De momento, vivimos en una sociedad de mercado y no debemos saltarnos las reglas. Otra cosa será cuando cambie la sociedad, si es que cambia.

El asalto que hemos conocido lo han realizado una vez y además –y esto es muy importante, creo yo-, para comer o para dar de comer a gente que lo necesitaba. Cualquiera que conozca las cifras de paro en nuestro país sabrá que hay gente que está pasando hambre y que hay familias que no tienen ningún ingreso. Es posible que el drama real por el que están pasando muchos españoles no sea conocido de verdad por todos y, a veces, ni sospechado. No se puede analizar en frío y sin considerar las circunstancias ningún hecho. No es lo mismo que un jovencito robe un móvil porque “siente la necesidad” de tenerlo, o que robe algo porque no tiene para comer. Son cosas bien distintas.

Por otra parte, en nuestra misma sociedad se están dando comportamientos que resultan hirientes desde el punto de vista de la igualdad, de la justicia y hasta de la ley. Hay quienes, en nombre del derecho a la propiedad, no tienen piedad con los pobres y les quitan la casa que procuraron que comprara y convierten a toda la familia en deudores de por vida. Hay quienes han engañado a pobres gentes sin conocimientos y se han quedado con su dinero – preferentes, etc.-, lo cual es también una forma de robar. Nadie persigue a estos ladrones, que siguen en sus puestos, con sus mismas intenciones y dispuestos a seguir la estrategia en cuanto puedan.

En cambio, cuando unos pobres sin recursos se llevan unos carros de alimentos para comer, nos llevamos las manos a la cabeza porque el acto tiene el aspecto de un robo vulgar, tradicional, y no juzgamos con la misma dureza a los engañadores de ignorantes, de los que se han aprovechado sin misericordia y a los que intentan sacarles hasta el último céntimo que puedan tener. Estos también son robos, pero parece que no nos alarman tanto.

Yo creo que no se pueden mantener posturas ni simples ni absolutas a la hora de juzgar los actos sociales, porque entonces corremos el riesgo de caer en los injustos fundamentalismos que comprendemos muy bien cuando ocurren en culturas distintas a la nuestra. Por el contrario, me parece que hay que atender a muchas circunstancias antes de pronunciarse ante estos fenómenos y hacerlo con mucho cuidado.

Por lo que yo sé, entiendo que este hecho, como fenómeno puntual y como mecanismo de defensa de personas a las que la sociedad no le da otra oportunidad de sobrevivir, no es más condenable que los que he relatado arriba y muchos otros que desgraciadamente se dan en nuestra sociedad. Por tanto, yo comprendo y admito con más facilidad que un pobre robe para comer que el que un rico robe por avaricia. Otra cosa sería que, por ejemplo, se dedicaran a la reventa o que los asaltantes no tuvieran necesidad de lo que se han llevado. Pero no parece que el caso que nos ocupa sea de estos últimos.

Me resulta curioso también que no hayamos reaccionado en contra de la sociedad que permite que se den estos casos de indigencia y de necesidad. Me estoy refiriendo fundamentalmente a todos los gobiernos implicados en esta crisis económica, para los que parece que sólo existen la macroeconomía, los mercados, y las cifras. Las personas parece que han quedado reducidas a meros consumidores, más o menos decaídos, y que han perdido su condición de seres humanos. Este detalle me produce bastante asco en sí, y bastante pena por la insensibilidad de una sociedad que no se sabe muy bien hacia dónde mira.

Y, por último, tampoco entiendo la actitud del supermercado asaltado. Tanto por razones morales como de estrategia comercial, creo que deberían haberse callado o, incluso, haber hecho una donación al pueblo, lo cual le hubiera hecho una propaganda impagable entre los ciudadanos. Sin embargo, han optado, muy torpemente, me parece, por la denuncia. Sospecho que les habrán forzado a hacerlo, aunque cualquiera sabe.

En todo caso, el suceso ha sido una gran llamada de atención a la sociedad para que puedan ver que les pagamos a unos gobernantes para que gestionen bien el Estado y para que cuiden de sus ciudadanos, no para que los dejen vivir insensiblemente en condiciones infrahumanas. Nada de esto parece que están haciendo ni los del Estado español ni los de Europa. Debe ser consecuencia, quizás, de la ideología que profesan que les lleva a actuar así.

1 comentario:

  1. Muy bien, puntualizando muy bien. Pero yo quiero abundar en lo bochornoso y vomitivo que es este orden social, hipócrita y salvaje, que reclama la LEY, la LEY cuando se cuestiona a los de arriba, cuando se trata de los de arriba dicen BUENO,YA VEREMOS... Corruptos, defraudadores, Alfredo Sáenz indultado... y ahora dicen A POR ELLOS, PERO ESTO QUÉ VA A SER...
    ¿Qué respeto merece una ley que consagra los desahucios, las subastas de pisos, la miseria, la desigualdad? Es la ley de la BANCA que lo quiere todo. Se amparan en que el pueblo por apático no les amenace con la ley de la SELVA. ¿La REVOLUCIÓN es inmoral? Porque la ley de la BANCA sí es inmoral. (Y además se carga el medio ambiente).

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