martes, 19 de junio de 2012

Todo viejo




Tengo la impresión de que todo se ha quedado antiguo, de que todo está viejo, de que lo que hay vale más bien poco. Hay trabajos que son de otros tiempos y que necesitan urgentemente una reconversión, una adaptación a una situación con futuro. Otros trabajos, necesarios y con futuro, se ejercen de forma absurda, como si el mundo no hubiera cambiado. Nuestras ideas se han quedado demasiado simples. Muchas de nuestras formas de estar en el mundo ya no sirven. Los valores que podrían sernos más útiles han caído y sólo sobreviven los más bajos, los más destructivos, los que más nos alejan de lo humano. Más que con la razón, parece que la sociedad se ha estructurado con sentimientos, con deseos y, sobre todo, con codicia. El fracaso de este mundo que hemos creado se deriva de que los progresistas -en sentido político, pero también en sentido vital- no han sabido serlo suficientemente y han estado parcheando los problemas que han ido surgiendo, pero de una manera chata, casi ciega, sin saber crear ni ver un futuro mejor. Y los conservadores, que sólo pretenden que el mundo les sea a ellos más favorable, olvidándose de todos los demás, han conservado demasiado, han frenado demasiado, han sido demasiado egoístas, demasiado brutos, demasiado cínicos, han fomentado demasiado la ignorancia y se han aprovechado demasiado de ella. Es posible que esto sea un aspecto de la crisis actual, pero, en todo caso, es algo que mientras no se arregle -no sé si por un líder o entre todos-, va a mantenernos en el fondo de un océano sin agua.

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