viernes, 10 de febrero de 2012



No los odio. No les deseo ningún mal. No pido nada contra ellos. Lo único que deseo es no encontrarme con ellos en la vida:

NO con los jueces y sus colaboradores que entienden la justicia como la entienden los que han juzgado a Garzón.
NO con los que se alegran de este tipo de sentencias.
NO con los que quieren que el mundo vaya hacia atrás.
NO con los que anteponen sus intereses particulares, sean económicos, afectivos o del tipo que sean, sobre los de todos.
NO con cualquiera que huela a PP.
NO con los que te retiran su amistad sin darte ninguna explicación.
NO con los que se refugian en el corporativismo o en el amiguismo.
NO con los controladores aéreos ni con los banqueros ni con los que actúan como ellos.
NO con cualquier tipo de golfo.
NO con los que hacen de la corrupción su modo de vida.
NO con los que juegan con la dignidad de las personas.
NO con los que no valoran la democracia como algo indispensable en la sociedad.
NO con cualquiera que vaya en contra de un mundo en el que podamos caber todos.

Y, sin embargo, no estoy solo. No me siento solo. Un solo ser que quiera ser humano acompaña más que toda esta panda de gente infernal.

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