martes, 4 de enero de 2011

Ley antitabaco


"A ver si esto es verdad y podemos respirar a gusto. A veces me duele el pecho y tengo miedo de ir al médico. Todo el día respirando humo yo, que no fumo, es demasiado. Muere un camarero al día por el humo del tabaco y yo no puedo hacer nada. Tengo que trabajar, pero en estas condiciones era muy duro."

Esto me comentaba el 30 de diciembre pasado un camarero que se sentía protegido y esperanzado con la nueva ley del tabaco. Comprendo que los fumadores estén molestos porque tienen encima un problema. Pero comprendo menos que reaccionen con un estilo parecido al de Rajoy o al del alcalde de Valladolid contra la ministra Leire Pajín y contra la ley votada democráticamente. No comprendo tampoco que echen mano de otras cosas que no se han hecho y que se podían hacer en lugar de prohibir el tabaco. Me parece que son excusas poco finas que revelan que no saben del todo bien lo que dicen. Algunos de ellos, muy dados a defender lo común sobre lo particular, me parece que caen en un individualismo que no tiene en cuenta más que su propio deseo y su propia dependencia. Sé que un fumador no puede pensar en su adicción de manera objetiva y neutra, pero en las circunstancias actuales debería esforzarse en hacerlo, si no quiere ser calificado por la historia con tintes reaccionarios.

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