jueves, 5 de noviembre de 2009

Fermín Salvochea / 2




En el libro 102 razones para recordar a Salvochea cuenta el periodista Emilio López la anécdota de que cuando Salvochea estaba en el lecho de muerte, su madre trajo a la conversación el milagro de la resurrección de Lázaro, como muestra de la bondad y del amor al prójimo de Jesucristo. La reacción del moribundo muestra bien la panera de pensar de este hombre. Cuentan que dijo:

"De ser cierto ese milagro, él te prueba que Jesús no era bueno. Sí, no era bueno, porque debió haber resucitado a todos los muertos del pueblo."

En otra ocasión manifestó, como podemos leer en el libro citado:

"Nuestros deseos son: destruir todo aquello que esté en oposición con la democracia, procurar la mayor ilustración del pueblo, hacer las economías posibles en los gastos improductivos, no transigir con inmoralidades de todo tipo, mejorar la situación del obrero, del artesano, del proletario."

En 1867, en la Revista Gaditana, escribió:

"¡Quién lo hubiera dicho! ¡Cómo era posible creer tanta perversidad! ¡Y se hablará de fieras! ¡Qué mayor fiera que el hombre mismo! ¡A cuántos crímenes conduce el primer paso que se da en el camino del vicio!"

Y en La contribución de la sangre leemos:

"El patriotismo y la religión, esas dos armas formidables que manejadas hábilmente por los más listos y menos escrupulosos, tanto daño han causado a la humanidad."

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