lunes, 3 de noviembre de 2008

Golfología / 1


Algo de razón tenía Sócrates cuando defendía la necesidad de definir los conceptos o, al menos, de caracterizarlos o delimitarlos bien. Si no lo hacemos, decía, corremos el riesgo de no saber de qué estamos hablando y de no entendernos. Y, también, digo yo, de caer en las redes de la ingenuidad y de la ignorancia, con las consecuencias que esto puede tener para la vida cotidiana de cualquiera.

Nos proponemos hablar de una subespecie tremendamente sapiens del homo sapiens, muy abundante y dañina: la de los golfos. ¿Qué es un golfo? ¿Cómo caracterizar al golfo? ¿Cuál es la esencia del golfo?


Posiblemente lo que defina al golfo sea su afán por no cumplir con lo que cabe esperar de él, su manera de ingeniárselas para seguir ocupando el lugar en el que se ha instalado, pero sin desarrollar las funciones que tendría que llevar a cabo en él, su capacidad para hacer, de todo lo que debe desarrollar, sólo lo que a él le interesa, o incluso, su desparpajo para hacer lo que no debe hacer, pero que, eso sí, le aporta algún beneficio.

Convertirse en un golfo estable exige poseer una táctica determinada, si bien cada día, tal como están las cosas, es más sencillo pensarla, ensayarla y hasta llegar a dominarla.

Vamos a ver estos días, brevemente y con intención profiláctica, algunas tácticas y modelos que podemos encontrar con cierta facilidad en el mercado de la vida.

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1 comentario:

  1. Hace poco, hablando de individuos similares en carácter y comportamiento, alguien los ha definido como malhechores. Y me encanta este adjetivo, porque no dice más que la verdad...

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