jueves, 24 de julio de 2008

Alicante. OTROS PLACERES

¿Qué ofrece Alicante que no encuentres en otros sitios? Pues, en principio, que la ciudad es animada, cómoda de transitar, con gente que viene y va, y eso ya es algo que no se da en todas partes. Pero parece también una ciudad muy neoliberal, en donde hay veces en las que vale todo y en donde hay que andar con siete ojos para que no te den gato por liebre. Baste como ejemplo el hecho de que en una semana escasa de estancia tuve que mandar revisar tres facturas, en el campo de la hostelería, porque me querían cobrar de más. En una de las ocasiones incluso intentaron no hacerme caso. Es una pena que una ciudad tan agradable se autodegrade de esta manera.

En Alicante hay mucha gente que hace la vida en la calle: come en la calle, pasea, va a la playa, se sienta en las innumerables terrazas. Mi amiga Mamen me ha dicho en varias ocasiones que, a partir de los cuarenta, el estómago empieza a funcionar con algunos problemas. Yo, que llevo ya bastantes años justamente en esa edad, lo he comprobado en varias ocasiones. Por eso me veo obligado a mirar para otro lado siempre que observo en las terrazas a individuos comiéndose, a cualquier hora del día o de la noche, una paella aceitosa que promete no dejarse digerir en al menos cuarenta y ocho horas. La calle Mayor y el Puerto están llenos de semejantes valientes.

En asuntos del comer, Alicante tiene algunos templos de visita obligada para llevar a cabo en ellos rezos prolongados. Para mi gusto, la catedral es el Nou Manolín, junto con su ermita delegada, el Piripi. Son capaces de hacer allí buenos arroces, como el de conejo con caracoles, buenos guisos, buenos pescados y buenos mariscos, aunque la limosna que hay que dar por estos últimos bichos te deja temblando el bolsillo y la existencia. Las gambas que tienen allí son sobrenaturales y las cigalas hasta parecen guapas. Mención aparte merece el jamón, no sólo porque es de la primera marca nacional en jamones –Joselito, de Guijuelo-, sino porque te lo ponen acompañados de unas rebanaditas finas de pan tostado, con aceite y tomate, que es lo que le hace falta al jamón para ir con traje de gala por la vida. Como hayas caído en la tentación de tomar las gambas, a la hora de pagar tendrás que decir necesariamente “¡joder!” cuando veas la cuenta. Si ha podido más en ti, por ejemplo, la excusa de que hay que cuidar el ácido úrico y no has pedido las gambitas (algunas no caben en la palma de una mano), entonces no te parecerá demasiado caro, sobre todo si lo comparas con las limosnas que te piden en otros templos por rezos mucho menos interesantes. La barra del local es también impresionante, pero no más barata y, además, las barras están para lo que están, no para comer allí cualquier cosa que necesite trabajos más arduos que el de llevarse fácilmente algo pequeño a la boca. Pero de eso hablaremos otro día.

Otro templo interesante es el Senzone, el bar y restaurante del Hotel Hospes Amerigo. Desde mi punto de vista es la barra de bar más cómoda que he visto nunca. Todo el lugar es de diseño, pero la barra tiene los taburetes a la altura adecuada para que, estando sentados en ellos, se puedan poner los pies en un escalón que tienen bajo la barra, con lo que quedas en un estado tal que se te quitan los deseos de salir de allí. El bar funciona como bar de tapas, de vinos por copas e, incluso, de menú del día. No te regalan nada, pero tampoco es una exageración de caro. Es uno de los sitios, sin embargo, en donde tienes que acordarte bien de los precios que aparecen en la carta y llevarte una buena lupa para comprobar que son los mismos que aparecen en la factura. Resulta, además, incomprensible cómo un sitio de estas características tiene una música tan horrible, más propia de quinceañeros sordos que de los clientes que encuentras por allí.

El Senzone funciona también como hotel (muy caro) y tiene unas instalaciones espléndidas. En verano, los jueves, viernes y sábados usan la azotea del 4º piso como restaurante para cenas. Un bufé libre de ensaladas y gazpachos, un plato de pescado o carne más un postre cuestan 30 €, sin vino. Desde Madrid, no parece muy caro. Desde Alicante, es posible que sí, no lo sé. Tiene esta azotea unas vistas muy bonitas de la ciudad, proyectan vídeos sobre la pared de un edificio vecino y puedes tomarte luego una copa en una zona chillout. Es considerada como una de las terrazas más in, o chic o cool de España. (Observa, lector, cómo los calificativos ayudan a definir al sustantivo. En este caso no se podría decir, por ejemplo, que la terraza es guay, ni mucho menos que es cojonuda. Tampoco es pija. Es justamente lo que he dicho).

No hablaré de los sitios que no merecen mucho la pena, que son casi igual de caros que los anteriores, pero que te dan un servicio muy malo. Sólo citaré un bar de copas que es el mejor de los que conozco en Alicante y que suele estar más bien vacío. Es el NiC, en la calle Castaños, junto al Nou Manolín. Pueden prepararte allí 7 versiones del Gin Tonic y una de ellas ha ganado ya tres premios de coctelería, tanto en España como en Francia. Una simple caña de cerveza puede ser mejor tirada, mejor acompañada y más barata aquí que en cualquiera de los bares que suelen estar rebosando de gente. Y te la puedes tomar cómodamente sentado, con aire fresco y leyendo el periódico.

Y hay mucho más en Alicante, lo que ocurre es que ni el tiempo ni el bolsillo han dado para más. Y, además, ya he dicho lo que mi amiga Mamen me había advertido sobre el funcionamiento del estómago, así que no era cuestión de tentar la fortuna. Otro año se verá más.
Manuel Casal

2 comentarios:

  1. Manolo, hace un buen rato, colgué en tu blog un comentario "interesante" sobre vuestra ruta gastronómica en Alicante, pero debido a un fallo, seguramente, informático o alguna omisión de mi parte, no se envío... Así que, a volver a empezar.

    Sólo decirte que si llegas a descubrir mi restaurante favorito, la Taberna del Gourmet, no habrías "gastado" tanta tinta, poniendo por las nubes al Nou Manolín que, a estas alturas de la vida, no le hace falta de más propaganda...jejeje
    En mi rincon favorito y el de muchos famosos de la gran pantalla, como Gerard De Pardieu, puedes degustar un buen plato de jamón cortado por uno de los camareros, incluso por la Jenny misma, hija del dueño, por cierto, muy profesio9nal, simpática y atractiva ella.
    El corte del jamón es tan fino y perfecto que no te dejaría indiferente. Y si, entre risa y risa, le preguntas a cualquiera de los camareros por su arte de cortar el jamón, no dudarán en contarte por, enésima vez, que han ganado un concurso de corte de jamón, organizado por no sé quien, en no sé donde, pero que al final la historia no deja de resultar interesante y atractiva.
    No vayas a pensar que eso se acaba aqui...si encima acompañas el jamón con una buena copita de Chardonnay, ya ni te cuento. Ese tacto aterciopelado que sentiras acariciar tu garganta antes de llegar a tu estómago, te hará cambiar, sin lugar a duda, tu opinión respecto al Nou Manolín. Vamos, digo.
    Eso si, te aconsejo la barra, que en las salas falla la cobertura del móvil. Ni movistar se salva.

    Un abrazo

    Naima B.Z

    P.S: Por cierto, no vayas a pensar que el tema anterior me deja indiferente, prometí volver a escribir, largo y tendido, y lo haré. Es que lo prometido es deuda.

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  2. Qué gusto, Naíma, volverte a leer por aquí, hablando, en el fondo, del placer, o sea, de la belleza vivida y sentida.

    Sí que conozco la Taberna del Gourmet, en la calle San Fernando, y su vecino Monastrell, en donde oficia María José San Román. He tomado buen jamón en la Taberna, de Lazo. Y también buenos vinos y buenos quesos. Y otras cosas buenas y llamativas. Estoy de acuerdo contigo en que tiene más encanto la barra. La palabra "quirófano" quiere decir "la aparición de las manos". Y desde la barra de esta Taberna se puede ver un hermoso "quirófano" en donde manos expertas y amorosas preparan platos, ensaladas y otras fruslerías con calidad y con arte. Yo a este sitio sólo le diría lo que una vez le dije al propio dueño: que de la misma manera que anuncia en la pared las novedades que tiene, gambas, pescados, etc., debería anunciar los precios de esas novedades. Sería lo elegante para que el cliente no se metiera en una situación imprevista. Recuerdo una vez que pedimos unos platos que anunciaba allí, dentón y alguna otra cosa, y nos dejó la cartera a punto de ser ingresada por urgencias. Me pareció que no estaba de acuerdo con mi argumento, porque cuando he vuelto, sigue sin poner los precios, aunque sí es verdad que algunos los tiene incluidos en la carta.

    Pero no es cuestión de declararle la guerra al Nou Manolín. Se puede ir a los dos y así se goza el doble.

    La próxima vez que vayas por la Taberna espero que te tomes un Chardonnay a mi salud. Yo me tomaré algo a la tuya dentro de un rato.

    Un beso y hasta la próxima.

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